Aquí en México todos estamos muy emocionados por tu regreso, sobre todo para escuchar tu nueva música como solista. ¿Qué ha cambiado para ti? ¿Sientes que algo ha cambiado en la música desde lo último que hiciste con Kings of Convenience y The Whitest Boy Alive?

Sí, cuando lanzamos el disco de Kings of Convenience en el 2001 era todavía aquella época en la que hacías discos, CD’s y el Internet aún no era tan fuerte. Y luego por ejemplo en 2006, recuerdo que The Whitest Boy Alive se volvió muy popular a través de MySpace. Todo esto ha llevado a que en muchos países donde no había conciertos, se han abierto oportunidades para ir y tocar en vivo. Como en Latinoamérica e incluso en países asiáticos donde antes no había nada. Lo más normal era tocar en Estados Unidos, en Inglaterra, pero por ejemplo para mí, salir de gira a Latinoamérica era algo que deseaba.

Aquí en México pasó lo mismo. A lo largo de la última década hemos visto cómo las opciones crecen, cada vez tenemos más conciertos y festivales con carteles internacionales.

Claro, básicamente porque el salir de gira se ha convertido en una de las cosas más importantes para la industria de la música. Los conciertos son todavía algo con lo que un músico o una banda puede obtener dinero, ya sabes… lanzar discos es algo que por sí mismo no es suficiente. Estados Unidos e Inglaterra ya no son países importantes para mí. Antes tenía que ir, tocar, dar entrevistas, todo; pero ahora me concentro en países donde me divierta tocar y la gente me trate bien.

México, por ejemplo, siempre me ha tratado muy bien. Bueno, menos aquella vez que me robaron los lentes.

Pasando a tu nuevo disco… Seguramente estuviste en contacto con mucha gente mientras lo componías pero, ¿no te hizo falta la opinión o la retroalimentación de alguien mientras lo hacías?

Pues sí pero la gente que trabajó conmigo en el disco, siempre me dio su opinión. Cuando me fui a Islandia, las canciones no estaban completamente terminadas, así que recibí muchas opiniones en el proceso. Pero lo que dices es verdad, esta vez fui más independiente que antes y es normal, con los años necesitas menos retroalimentación de la gente y te enfocas en tus sentimientos y en lo que te nace.

¿Por qué fue que escogiste Islandia para grabar el disco?

La razón principal fue la banda Hjálmar. Cuando vivía en Bergen, hace tres años, había cerca de mi casa un café donde tenían los discos de Hjálmar, siempre estuvieron ahí y me metí mucho en su música. En este momento me pareció de las mejores cosas que había escuchado y fui a buscarlos.

¿Cómo fue el primer contacto y cómo inyectaron sus raíces reggae a tu música?

Hice un par de canciones que compartían algunas cosas en el reggae, así que pensé que debía trabajar con alguien que supiera mucho de eso. Lo que intenté fue evitar que se conviertan en canciones cliché, ya sabes… si alguien que no sabe de reggae lo toca, puede sonar realmente mal. Ellos lo hicieron de una manera elegante. Trabajé mucho con ellos. En total fui y regresé cuatro veces a Reikiavik; estuve como una semana o diez días primero, después una semana, después otras dos semanas y así, al final fue como mes y medio el que estuve allá.

Aquí en México hay una especie de mito sobre tu estancia. Por ahí dicen que viviste aquí un tiempo…

Bueno, con The Whitest Boy Alive grabamos el segundo disco en México. Estuvimos allá como dos meses y además fui varias veces a Nayarit. No sé si pueda decir que viví en México, pero sí estuve mucho tiempo. Ahora cada vez que voy, trato de quedarme más días y no volar después de tocar.

¿Te gustaría mudarte a alguno de los lugares donde has trabajado? ¿Islandia, México?

Siempre lo pienso pero no hay un lugar perfecto. Si lo hubiera ya me hubiera mudado ahí. Por ejemplo, Islandia es grandioso, pero es muy frío y además lo que puedes comer es muy limitado. En México la comida es deliciosa, pero el tema de la altura es algo con lo que no me acomodo; además hay mucha contaminación. Me gusta mucho ir y quedarme un tiempo, pero hasta ahí.

Son muchos los países y las culturas involucradas en tu música, en tu carrera. Por ejemplo, el título de tu canción “Garota” está en portugués pero el video lo grabaste en Corea del Sur. ¿Cómo fue que pasó eso tan contrastante?

Cuando escribí la música y la letra estaba en Brasil, por eso el título. El video lo grabé en Corea del Sur y aunque aparentemente son países muy diferentes, la situación es similar. Además, en ese momento fui a tocar a Corea y aproveché para grabarlo, mucha de gente de allá me ayudó.

Si pudieras trabajar con algún músico o banda de Latinoamérica, ¿con quién te gustaría?

Me gustaría grabar cosas con Javiera Mena, me gustan mucho sus canciones y su voz. Me conecto mucho con ella. De hecho, Chile es un país donde hay muy buena música hoy en día y es lo que más he escuchado, bandas como Dënver o Gepe me gustan mucho. Quién más… Me gusta también lo que he escuchado de Caloncho.

Regresando a tu disco Legao… Al escucharlo me di cuenta que está formado por historias uno a uno, momentos de vida entre dos personas, amor, desamor. Si pudieras darnos un consejo para curar un corazón roto, ¿cuál sería?

Lo mejor es apartarte físicamente de esa persona, de la ciudad incluso. Si se quedan en el mismo lugar, es muy difícil superarlo. Es como forzar a verse todo el tiempo y pasar por la misma situación una y otra vez, mejor irse (risas).

La música también funciona, ¿no? ¿Cuál es tu canción ideal para un corazón roto?

Recomiendo una canción de Kate and Anna McGarrigle, son unas hermanas de Canadá que lanzaron música en los setenta. Una de ellas es madre de Rufus Wainwright. Bueno, tienen una canción que se llama “Heart Like a Wheel” y es mi favorita para cuando tu corazón está hecho pedazos.