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Foto: Daniel Patlán.

Cuando se trata de contratar a una banda local, hablar sobre tarifas específicas de pago es casi imposible, muchos factores entran en consideración, y a pesar de que cada vez hay más lugares y festivales donde tocar, la escena en México aún se mueve por terrenos informales que hacen complicado garantizar la remuneración del trabajo de los músicos.

Muchas tocadas no se pagan  y se espera que las bandas cubran sus propios gastos de transporte y equipo. Además de ésta y muchas otras preocupaciones prácticas, la falta de formalidad, contratos o acuerdos por escrito, suele convertirse en malos entendidos, y fomenta la idea de que existe mucho oportunismo en la industria de la música nacional. Historias de festivales que nunca pagaron lo que prometieron o que de entrada esperan que las bandas toquen gratis, así como de promotores que exigen que los músicos vendan entradas como condición para poder presentarse en tal o cual lugar, son muchas.

Sin embargo, este problema no es exclusivo de nuestro país. En todo el mundo, los músicos (no famosos) sufren al momento de cobrar por su oficio. Por ejemplo, el Festival Beethoven de la ciudad de Chicago, que se encuentra preparando su edición 2014, aún no ha efectuado ningún a pago a los músicos que participaron en el 2013.

Decenas de músicos locales señalan que, a pesar de haber pasado un año, nadie ha recibido pago y los organizadores del festival no han emitido ninguna información al respecto. Al parecer no existían contratos entre los músicos y el festival, ya que se llegaron a acuerdos verbales que ahora parecerían no tener validez.

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El revuelo que ha causado esta situación en Estados Unidos, en foros de músicos y sitios especializados, ha provocado muchos debates, pero sobretodo unión entre artistas que intentan combatir estas prácticas de abuso.

En México, desafortunadamente, este tipo de situaciones se dan cada fin de semana en conciertos de cualquier tamaño. Algunos promotores que organizan festivales con “grandes” cabezas de cartel, contratan a un sinfín de bandas pequeñas –que buscan una oportunidad de difusión–, bajo condiciones lamentables e incluso a cambio de vender boletos.

Entre algunos de los eventos nacionales que podemos enumerar como ejemplos de situaciones no ideales para músicos y bandas, nos encontramos con el Imagina Post-Rock festival, el cual fue cancelado cuando apenas tocaba la quinta de las 30 bandas anunciadas, y del cual también se rumora, nadie recibió pago alguno.

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Otros festivales emergentes han sufrido de circunstancias que impiden su realización por condiciones climáticas, ubicación o falta de gente, lo que provoca un duro golpe a la economía del festival y de las bandas.

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Estas son sólo un par de ejemplos del un problema mundial que se extiende desde las tocadas en vivo hasta regalías por ventas o streams digitales. Sin duda ser músico es una labor complicada, pero la falta de estructuras, transparencia y organización, lo hace aún más. La era de tocar por un cartón de cahuamas, lamentablemente, todavía no termina del todo.

¿Les ha pasado o conocen a alguna banda que haya sufrido por esto? Compartan sus experiencias.