Jamie Stewart, cerebro detrás de Xiu Xiu, es un alma atormentada. Esa es la única explicación que le he encontrado a su manera de cantar (cuasi susurrada y con un dolor implícito) y escribir canciones. Desde hace muchos años (más de 10), Stewart ha entregado álbumes que van del post punk al art rock, con una constante en la música experimental, con Nina no es la excepción.

La historia detrás de Nina es bastante interesante: una noche, después de abrir el show de Swans en Austin, Stewart se quedó pensando en lo mal que había tocado esa noche y recordó que un día antes, Michael Gira (genio responsable de Swans) y él platicaron sobre su amor mutuo por Nina Simone. Mientras veía a Swans arriba del escenario, no pudo evitar comparar la música y el show con el de Simone, quien, según para Stewart, lo motivaba a esforzarse más. Después de este episodio, Jamie decidió hacer este homenaje para honrar a Simone y a la música en general, además de tomarlo como un reto personal.

Los músicos que lo acompañan en esta obra son Ches Smith (músico, amigo y colaborador de Stewart desde hace mucho tiempo), quien se encargó de hacer los arreglos de las canciones, osea, destruir las versiones originales y quedarse únicamente con el sentimiento que expresa cada una; Tim Berne y Tony Malaby en el saxofón (kudos para ambos), Mary Halvorson en la guitarra y Andrew Parkins en teclados. El resultado es por demás asombroso, aunque, como era de esperarse de Xiu Xiu, poco accesible para el común denominador de los escuchas.

No esperen melodías armónicas de jazz con las que puedan acompañar su cena navideña, en Nina lo que hay son escenas de amor en películas de terror románticamente musicalizadas. Es por ello que hice una pequeña de guía de cuándo sí y cuándo no escuchar Nina, digo, para que puedan disfrutar esta obra como se merece(n).

Cuándo sí:

  • Cuando estén romanceando en la comodidad de su sillón.
  • Cuando puedan dedicarle el tiempo necesario para escuchar cada canción con atención (y de preferencia con audífonos).
  • Cuando pongan una película de David Lynch (Mulholland Drive o Inland Empire) de fondo y sin sonido.
  • Cuando quieran dormir como bebés (esta sólo pueden hacerla después de escuchar “como Dios manda” el disco completo un par de veces).
  • Cuando tengan una cena íntima y deliciosa con su persona especial.

Cuándo no:

  • Cuando estén ligeramente tristes (después de dos canciones perderán el pequeño hilo de felicidad que les quedaba).
  • Cuando quieran quedar bien con una chica/chico (y nunca de los nuncas en la primera cita).
  • Cuando estén estresados.
  • Cuando quieran ponerle música “moderna” a sus papás con el pretexto de: “¿A ti te gustaba Nina Simone, verdad mamá?”.

En resumen, Nina es una pieza bipolar. En la misma canción puede ser romántica y a la vez esquizofrénica. Del amor a la psicosis en cuestión de minutos. Aunque ninguna de las canciones es similar a las versiones originales de Nina Simone, el espíritu de la cantante de Carolina del Norte está en cada una de las notas que salen de la lastimosa voz de Stewart. Nina es un álbum que no cambiará sus vidas, sobre todo si nunca han escuchado a Xiu Xiu, pero sí los hará detenerse un momento y prestar atención, y en el mejor de los casos, quedarse y adentrarse en la discografía de la banda de California o de Simone o mejor aún, de ambos.