Texto por Erich E. Mendoza
Han pasado 12 años y escuchar ‘The Black Parade’ me sigue llenando con la misma emoción. ¿La diferencia? Que hoy lo disfruto de una manera distinta; casi como la de leer un libro que de niño me provocaba algo, de adolescente me generaba emociones distintas y de adulto me tirará a sentimientos encontrados.
Sí, siempre me gustó ‘The Black Parade’ pero no siempre lo disfruté tanto como ahora.
La cosa es que cuando el álbum salió en 2006, siempre fue un punto medio; los emos que sí aceptaban que eran emos y se las daban de ser extremadamente conocedores del “emo”, argumentaban con feroces opiniones que esto NO era emo. Bueno, para empezar My Chemical Romance no entraba en su rollo emo.
Y si buscabas sombra con aquellos amigos que se las daban de ser “rockeros true”, pues bueno, “peor tantito” porque de emo no te bajaban y, al igual que los “true emo”, argumentaban que “My Chemical Romance no es rock. Es música emo pop de mala calidad”.
Ugh, qué flojera. Lo único que quería era escuchar música y daba la casualidad que la de este álbum, me gustaba.
Entonces al final sí terminabas acercándote a ese rollo medio misfit; incomprensión, rechazo y hasta cierto punto una “segregación” estúpida de secundaria, propia de la primera década del 2000: juzgar a la gente por sus gustos musicales.
Pero hoy a 12 años me importa poco; My Chemical Romance, emo o no, me gusta, y ‘The Black Parade’ se me hace un discazo.
Por eso decidí enumerar estos tres importantes puntos los cuales, me parecen fueron clave en la creación de este disco y la experiencia de sus fans al escucharlo:
1.- Aunque no lo creas, además de “la muerte”, todo el disco giraba en torno a la creciente tasa de trastornos mentales en la población adolescente.
El emo, pese a ser etiquetado como una moda que copiaba y se “robaba” aspectos culturales de otras vertientes musicales (como estilos y discursos), tuvo una relevancia importantísima que muchos dejamos de lado:
Abrió la conversación para tratar el asunto de los trastornos mentales como una verdadera enfermedad.
No fue ninguna coincidencia que la tasa de suicidios entre la población adolescente de los EEUU comenzara a crecer apenas entráramos en el nuevo milenio.
La generación X y la década de los 90, dejó un camino interesante para quienes vivieron en esas etapas pero también encubrió de maneras muy tiranas el padecer de depresión, ansiedad, trastornos esquizotípicos de personalidad y otras dificultades mentales.
En muchas formas y gracias a las canciones de este disco, la gente comenzó a cuestionarse el porqué de las vestimentas negras, los flecos, las actitudes derrotadas y la constante búsqueda por hacerse daño. Esto no era una onda de culto o de “mantener un porte artístico o gótico”, estos eran chavitos de clase media que, para la sorpresa de muchos, también sufrían de cosas aunque sus padres constantemente les recordaran “esto sólo era una etapa”.
2.- Marcó la llegada de una generación que no necesariamente tenía que adaptarse a la vieja escuela, pero tampoco vivía precisamente conforme con la nueva.
¿Qué puede haber más enojado que un disco de Pantera o de Slayer? ¿Qué puede haber más ruidoso que escuchar a Black Sabbath o Motörhead?
Quizás nada, pero aún así, esta generación no lograba hacer click porque sencillamente el discurso le hablaba a otra era; otra época, pues. Y aunque a muchos no les gustara, había un punto medio entre caer en el screamo que a ratos parecía exagerado, y por eso se refugiaban en un aspecto más melódico del género.
Cuando la gente y los medios comenzaron a juzgar a los emos, todos argumentaban que para punk, había mejores y más importantes bandas de punk. Pero MCR no era punk. Y para aquellos que cualquier distorsión les sonaba a “metal”, también argumentaban que para metal, había mejores y más importantes bandas de metal.
Pero no se trataba de qué era mejor o qué no. Se trataba de que justo este disco, sus letras y todo el contexto que ya venía arrastrando de producciones pasadas de la banda, construyeron un punto de quiebre en el que nadie le daba visto bueno y entonces, en su afán por desacreditar, terminaron dándole ese aire de misfit y rechazo al disco.
Y nacieron los “MCRmy” que más que un club de fans, eran un grupo de personas que además de disfrutar del disco y la banda, querían que los dejaran de estar chingando con juicios y opiniones hirientes con relación a la música que escuchaban.
3.- Fue un álbum con un concepto tan grande y tan obscuro, que entre líneas guardaba temas complejos que en ese momento eran tabú.
Las calaveras, la eutanasia, la violencia de pareja, la entrega total a los trastornos mentales y el infierno que representa vivir con ellos, fueron tan sólo algunos aspectos que dieron vida al gigante concepto de este disco.
“Teenagers” tomaba un concepto de rebeldía adolescente que ya no pretendía quedar bien con la sociedad. “Al carajo”, parecía gritar en cada una de sus estrofas.
“I Don’t Love You” era un himno a las relaciones tóxicas y a la violencia de pareja. Algo que apenas está en la discusión popular pero que MCR ya tocaba en sus canciones sin metáforas ni tapujos.
Todo el dolor de ser un adolescente “atormentado”, estaba plasmado en un concepto artístico que representaba una entrega a la muerte, la aceptación de la misma y de un “modus-vivendi” en ese hoyo negro.
BONUS
En una época donde todos hablaban de cortarse, hacerse daño o quitarse la vida, “Famous Last Words” inspiraba a seguir adelante y no rendirse ante la depresión.
Este es probablemente el punto más importante, porque a pesar de vivir en la “época emo”, de ser tachados por hacer referencias a comportamientos negativos y centrar todo el concepto de su álbum en “la muerte”, ‘The Black Parade’ en realidad era un álbum que inspiraba a seguir vivo, a luchar, a no rendirse; a aceptar que la vida no era fácil y tampoco se pondría mejor, pero que cada día era una batalla que se podía ir ganando a pesar de los trastornos mentales.