En el primer caso de estudio en su tipo, científicos lograron comunicarse con un paciente de ELA (esclerosis lateral amiotrófica) en fase avanzada, mediante un implante cerebral y señales neuronales. Entre las pocas peticiones que comunicó exitosamente estaba el deseo de escuchar un disco de Tool (y a todo volumen).

A medida que avanza, la devastadora enfermedad neurológica que es la ELA puede privar a los enfermos de su capacidad de comunicación. Con el tiempo, ya no pueden hablar. Más adelante, ni siquiera pueden utilizar una cámara de seguimiento ocular para compartir sus pensamientos. Si siguen vivos el tiempo suficiente, pueden ser incapaces de comunicarse durante semanas, meses o incluso años.

Según Science.org, un hombre de 36 años con ELA comenzó a trabajar con un equipo de investigación de la Universidad de Tubinga, en Alemania, en 2018, cuando aún podía mover los ojos. En ese momento, expresó su deseo de someterse a un procedimiento de implantación invasivo para poder seguir comunicándose con su familia. Después de que su esposa y su hermana consintieran la cirugía, los investigadores insertaron matrices de electrodos en la parte del cerebro que controla el movimiento.

Tras varios meses de esfuerzos infructuosos por comunicarse eficazmente con el paciente, el equipo recurrió a la neurorretroalimentación, un proceso durante el cual, según Science.org, “una persona intenta modificar sus señales cerebrales mientras obtiene una medida en tiempo real de si lo está consiguiendo”.

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Empleando tonos audibles que el paciente podía modificar, los investigadores lograron elaborar un sistema en el que el paciente podía comunicar frases enteras con cierto nivel de fiabilidad. Muchos de los intentos del hombre fracasaron, pero en el transcurso de un año fue capaz de comunicar -aunque a un ritmo frustrantemente lento de un carácter por minuto- docenas de pensamientos, entre ellos: “Quiero a mi hijo” y “Me gustaría escuchar el disco de Tool a todo volumen”.

(No hay confirmación de que se pusiera Tool para el hombre, a todo volumen o de otro modo; pero sólo se puede suponer que su petición fue rápidamente atendida).

Aunque los resultados del estudio son ciertamente prometedores, los expertos se muestran prudentes. “Es genial”, dice a Science.org Melanie Fried-Oken, quien estudia la interfaz cerebro-ordenador en la Oregon Health & Science University. “Pero no estamos ni cerca de conseguir que esto se convierta en una tecnología de asistencia que pueda ser adquirida por una familia”.

En cuanto al paciente amante de Tool, los científicos dicen que su capacidad para deletrear ha disminuido -probablemente debido al tejido cicatrizal que rodea el implante, además de “factores cognitivos”- y que se comunica principalmente mediante preguntas de sí o no. Pero los investigadores prometen mantener el dispositivo mientras el paciente sea capaz de utilizarlo.

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