A través de una investigación titulada “Cheese In Surround”, estudiantes de la Käsehaus K3 en Burgdof y la facultad de “Sound And Arts” en la HKB, descubrieron que las microvibraciones generadas por diversas frecuencias en cada estilo y género musical, afectaban el desarrollo y maduración de los alimentos al ser expuestos a un constante loop.

En este caso, ese alimento fue el queso.

Y el proceso se desarrolló de una manera muy peculiar, pues al exponer a cada rueda a un género preciso (rock, techno, hip-hop), música clásica) durante loops de 24 horas durante su proceso de maduración y desarrollo, cada uno mostró un sabor diferente pese a ser hechos con los mismos ingredientes, en la misma temperatura y en la misma temporalidad.

¿El resultado?

El queso expuesto a hip-hop tuvo un sabor, consistencia y añejamiento superior al de los demás.

¿Y qué canción logró eso?

“Jazz (We’ve Got)” de A Tribe Called Quest.

¿Cuál género fue el menos aplaudido?

Rock & Techno. Al parecer el sabor era soso y no aportaba ninguna diferencia en realidad, según lo que se le informó a NPR. Sin embargo, ambos mantenían un sabor similar; eso fue quizás lo más relevante de esa reseña…

¿Tendrá la música norteña algún efecto en la composición de la cerveza? ¿Será que por eso a uno le da más sed con esas rolitas sonando?

La búsqueda continúa…