Texto de Felipe Corrales

Todas las fotos cortesía de Nación Imago y Jaime Martín.

Guadalajara es una de las ciudades que últimamente nos ha dado grandes festivales. Roxy Fest realizó su tercera edición, y a pesar de no haber ido a las dos ediciones anteriores, puedes notar ese toque de nostalgia entre los asistentes.

El terreno es un poco árido y el venue se recorre fácilmente, la dirección de los escenarios no es complicada y te da la opción de poder ir a caminar entre los múltiples artistas  del lineup. A pesar de esa línea de 90’s forever, Roxy también dio apertura a talento local e internacional con un poco más de frescura millenial.

Llegar hasta aquí fue un travesía extensa, un bus perdido y un mil de anécdotas atrás me hicieron llegar al Roxy con ganas de paz, buena música y relajación

Con cerveza en mano y deseando con todo mi ser un rico plato de birria, se disfruta de Nacha Pop, en donde por obvias razones “Lucha de Gigantes” es la cima y el final, una agrupación que para muchos no va más allá de esa canción, pero increíblemente recibido con una grata respuesta por parte del público.

Con un ambiente muy familiar, Roxy se disfruta plenamente. Sus espacios son ricos entre la música y la gastronomía. Conforme avanzaba la tarde empezaron a vivirse esos hits noventeros, aquellas canciones que por un par de años sonaron en loop en MTV. Fue así que llegó “Soul Asylum”.

El toque más fresco del festival fue Future Islands, quienes dieron un show impecable, como es costumbre. Samuel T Herring es un demente que baila, disfruta y vive sus shows al cien por ciento.

El distintivo de Roxy recae en el culto a grandes leyendas. David Bowie y Queen tuvieron su momento especial en ediciones anteriores, y en esta ocasión el turno de The Beatles se vio honrado con la participación de Fab Four, un homenaje a la leyenda de los cuatro de Liverpool que conquistaron al mundo.

En el escenario más pequeño del Roxy fue donde el público más joven se dio cita. Desde el beat electro pop de Robert Delong, el R&B de Jesse Baez, el folk de Jade Bird y el dulce carisma de Fémina.

Si antes se sentía ese aroma a nostalgia, Caifanes fue la cereza del pastel. No hay necesidad de presentar a esta icónica banda y sus canciones hablan por sí solas. Roxy nos demostró en cada uno de sus shows lo bello que es la música de manera simple.

Las voces a mi alrededor piden que el show de Stone Temple Pilots no sea un fracaso y que el nuevo vocalista no exceda en su cantar para no caer en una imitación fea de Scott Weiland, lamentablemente, esta es una banda que ya no debería existir por este “pequeño detalle”. Reviendo ese sentido del grunge, Bush y Stone Temple Pilots le dieron un sentido más fuerte a esa nostalgia noventera. Entre los asistentes la felicidad se hacía presente y se desvivía entre gritos y tragos de cerveza.

Para finalizar un jornada muy ecléctica, 2ManyDjs salió al escenario dejándonos con la remembranza de un día fresco y lleno de grandes momentos musicales, en donde lo más bello, fue ese camino a la nostalgia.