Vete más lejos Alicia.
Texto: Edgar Lazarín
Cualquiera que ha viajado solo, sabe que lo que acontece en el camino no siempre es placentero. En el viaje auténtico hay momentos de profunda soledad y a veces de terrible sufrimiento. El verdadero viaje es el que acontece al interior del ser humano, y recorrer ese camino te puede llevar a parajes muy obscuros de tu ser que no siempre son agradables de descubrir.
Vete más lejos Alicia, primer largometraje de Elisa Miller (ganadora de la Palma de Oro con su cortometraje Ver llover), es un road movie en el que Alicia se exilia de su entorno cotidiano para ir a la Argentina a no sabemos exactamente qué. En Buenos Aires no encuentra lo que busca (ni parece saberlo) y decide reexiliarse, entonces emprende un viaje al Calafate, el fin del continente.
La película fue concebida con una dinámica de improvisación y espontaneidad, el equipo técnico solo estuvo constituido por la directora y la fotógrafa, y las escenas se iban creando conforme se presentaban determinadas situaciones. Por tal motivo, el personaje principal a veces parece extraño, sus motivaciones no están del todo claras y esta situación aleja a Alicia del espectador. A veces se encierra en sí misma -o eso da a entender el sonido opaco que parece estar dentro de su cabeza-, otras pocas veces la vemos interactuando con algunos argentinos que no le aportan mucho. Durante casi toda la película está sumida en una confusión total.
Quedan claros los sueños frustrados de volar de Alicia, algunas escenas la muestran estática en un trapecio apanicada de tirarse, entendemos que “le da miedo volar”, pero es una manera muy ñoña de ejemplificarlo. La ciudad no le satisface mucho, entonces busca más soledad y viaja al Calafate para conocer la nieve. En esta parte del filme suceden los acontecimientos más interesantes, Alicia conoce a un joven que como ella, también busca en el fin del mundo, algo, no sabemos qué es, si conocer su interior, o conocer a Alicia para terminar con su soledad. Lo que sí queda claro es que no se siente cómodo, el “chabón” se avienta un monólogo sobre lo que es ser joven, sentirse solo y soportar la mundanidad del mundo mundial, más fácil hubiera sido poner un título que dijera “Soy un joven, me siento solo y abandonado”. Uno supone que esta literalidad anticinematográfica es provocada por las condiciones de producción.
También en esta parte final Alicia explora los alrededores de la casa de huéspedes en la que se aloja. Hace largas caminatas por la nieve que simbolizan el viaje a su interior, en una de estas caminatas se pierde, cae un una sanja, sufre la verdadera soledad del exilio y se angustia con lo que encuentra. Esta parte del viaje es la que hace crecer y cambiar verdaderamente a la protagonista. Por último, Alicia conoce el glaciar Perito Moreno, inmenso, infinito, blanquísimo, ella, plena como el glaciar, ha cambiado después de este viaje iniciático.
Vete más lejos Alicia no decepciona. Su estructura es como el viaje, va de un lado a otro, su narrativa es como el camino, te va llevando sin mucho sentido, pero te lleva. Y lo más importante es que el filme habla del ser humano y de lo que representa atreverse a viajar hacia tu interior.
Nunca hay que esperar nada del viaje ya que el viaje, por definición, es siempre de descubrimiento, descubrimiento no “del otro” (como dicen los guías de turistas) sino de uno mismo (como diría Sócrates). Eso sí, uno no siempre está de humor para tanto “turismo interior”.
De Vete más lejos Alicia tampoco hay que esperar nada, solo dejarse llevar, estar atento a todo lo que ofrece la película y estar de humor para una película como esta.
Distrital cine y otros mundos
Del 27 de mayo al 5 de junio
Sedes: Lumiere Reforma, Cineteca Nacional, Centro Cultural Bella Época-Cine Lido y CCU Tlatelolco
Cartelera: www.distrital.mx