Texto: Carlos López (@carontec)

Tom Waits
Bad As Me
Anti, Inc., 2011
Calificación: 90/100
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Siete años sin Tom Waits son demasiados, pero el genio de Pomona ha regresado con un disco que pone a girar los planetas en sentido contrario, una magnífica máquina del tiempo que puede avanzar en cualquier dirección por la historia de la música popular norteamericana –de la cual el señor Waits, por cierto, ha protagonizado algunos episodios sumamente importantes–.

En Bad As Me (Anti-, 2011) no hay esa búsqueda de sonidos en objetos raros integrados orgánicamente en la composición, que ha distinguido a Tom Waits en otros albums. Abundan, en cambio, los instrumentos de una típica banda de blues, organizados en cortes breves y contundentes como “Get Lost” y “Satsified”, o en piezas dignas de un bar casi vacío de Nueva Orleans, donde el pianista canta: “kiss me like a stranger once again” fuera de la luz. También hay folk hecho a base de emociones puras, y proyectado hacia el fondo de un vaso de cristal con la intervención de Keith Richards en “Last Leaf”, y una sorpresa a la vuelta de la esquina en “Talking At the Same Time”. Todas, canciones hechas con la gracia de un mago y ejecutadas con el alma de un herrero, en las que la voz de Tom Waits, por sí misma, puede helar la sangre de quien se acerqué a él por primera vez, o recordarle quien ya lo ha hecho que el polvo, la calle, lo viejo, también forman parte de la materia prima con la que trabaja un artista.

Bad As Me está cargado con una sensibilidad afilada, capaz de abrir heridas, y, como todas las obras de Tom Waits, exige atención. Más aún: la produce desde las primeras notas de “Chicago” hasta las últimas de “New Year’s Eve”: un acto de hipnosis colectiva después de cual cada persona puede quedarse con sus canciones favoritas. No por nada, el disco fue lanzado en algunas de las tiendas independientes más importantes de Estados Unidos con fiestas organizadas especialmente para escucharlo de principio a fin.

Después de siete años de no pisar el estudio, Tom Waits vuelve a demostrar que es dueño de una poética y una voz que tienen el don de la ubicuidad. Sólo queda esperar que no vuelva a ausentarse tanto tiempo.