Hace tres años, llegó al mundo la nueva banda favorita de miles de aficionados al metal, y también de los que le hacían el feo al género. De primera instancia, al conocer el concepto visual de Ghost B.C., uno podía pensar fácilmente que su música sería violenta e inaudible, además de contar con una voz gutural imposible de comprender. Al descubrirlos, el primer impacto para miles fue asimilar el increíble atuendo (y personificación satánica) de Papa Emeritus y reconocer a sus almas sin nombre, o músicos de compañía. La segunda sorpresa llegó al escuchar su música. En este momento, descubrimos que Ghost B.C., más que una banda, es un concepto y un proyecto para entretener. Tarea que se han determinado a hacer sin parar y su circo lo llevan a todo el mundo con su nuevo álbum, Infestissumam, la segunda entrega de su corta pero exitosa carrera.

El concepto de la banda es genial, de eso no hay duda. Hoy es un ícono de la cultura pop que crecerá y perdurará por los años, pase lo que pase en el futuro lejano o cercano. Pero antes de divagar sobre el oscuro porvenir, Ghost B.C. nos enseña con su amigable metal a celebrar los pasajes más ocultos de nuestra cultura, sin presentarlos como lo prohibido.

En Infestissumam, Ghost B.C. reencarna el metal de culto de los años setenta a cargo de bandas como King Diamond y Overkill, pero con la teatralidad que le merece en 2013 para lograr algo completamente fresco y atractivo. La verdad es que Ghost B.C. seduce con su música, no escatiman en arreglos pop en la voz, como algunos cánticos en latín, que contrarios a sonar tétricos, en momentos suenan chuscos pero geniales, diseñados y colocados en su lugar a la perfección.

Sobra decir -y hasta subrayar- la temática del álbum: Satanás, Lucifer, el infierno, hostilidad, rituales paganos y adoración constante a deidades ocultas. La temática la convierten en discurso digerible, por supuesto, gracias a su música, y más con canciones como “Year Zero” (quizá la mejor del álbum), “Secular Haze”, “Monstrance Clocks” o “Infestissumam Per Aspera, parte 2”. Además, Ghost B.C. logra retener a quien escuche este álbum con un tracklist siempre en movimiento; con altibajos, cambios de ritmo y de velocidad, con un lenguaje natural, estrategia que debió venir del productor a cargo de Infestissumam, Nick Raskulinecz, conocido por su trabajo con Foo Fighters, Queens of the Stone Age y Alice in Chains.

En pocas palabras, la teatralidad de Ghost B.C. parecerá plástica en la temática pero jamás en su música o letras. Afortunadamente para Papa Emeritus II y compañía, siempre tendrán historias fascinantes qué contarnos. La pregunta del millón es si lograrán mantener nuestro interés por su peculiar montaje, o deberán reinventarse constantemente con el objetivo de portar el estandarte del metal moderno.