zara

Todo aquel que se haya encontrado en la vida con Zaratustra Vázquez lo debe recordar. Un personaje surrealista de principio a fin. Encamisado: corbata y chaleco, sombrero, barba de tres (o tal vez siete o diecisiete) días, cinismo y labia desbordantes. Poeta, músico, radioasta, profesor. Hablaba en retruécanos, metaforizaba, sorprendía con su asociación de ideas y ponía a bailar con ritmos que le hablan a los pies y melodías que ponen a trabajar a la cabeza. Sonreía con un dejo de sabiduría y al mismo tiempo una picardía de la que inevitablemente hacía cómplice a su interlocutor.

A mi me tocó conocerlo en los primeros días que pisé Ibero 90.9. Nunca había estado en una estación de radio, y por supuesto, nunca había conocido a personajes como él: uno de los tres locutores de Triscerable (los otros dos, José Miguel Salinas –de Dapuntobeat y David Somellera —su inseparable camarada, roomate y compañero en el Súper Sonido Changorama). Triscerable (con ese cé) es probablemente el programa más sui generis que se haya transmitido en la frecuencia modulada de este país. Un show dadaísta, de experimentación, de textos surreales y montajes sarcásticos. Cada emisión, una aventura nueva, un desafío a las normas radiofónicas y un deleite para todos los amantes del medio. Los lunes rayando la media noche: sembrando dudas… Triscerable (susurrado).

Con el tiempo, ese proyecto radiofónico incubaba a uno mucho más grande y conocido: un sonidero urbano, malicioso y brutal. El Súper Sonido Changorama. Las canciones en Triscerable eran ritmos bailables, hipnóticos y rasposos, sus locutores (después de la partida de JM Salinas) se convirtieron en diggers profesionales de la movida poblana de cumbia rebajada. Y así, con el conocimiento de la radio, la producción sonora y una considerable pizca de chifladuría, Zaratustra comenzó a experimentar con el Sony Vegas. “La Bisticumbia” me la pasó en un USB, me dijo: “Ahí la pones en la mañana, a ver cómo se ponen tus escuchas, viejha.”

En mi cumpleaños veinte, hice un fiestón de esos que salieron de control. Los albores del Sonido Changorama se hicieron presentes en esa celebración. En Tetelpan, en medio de una llovida histórica, nos hicieron olvidarnos del clima y ponernos a disfrutar la vida a partir de dos premisas básicas para todo ser humano: el humor y la música.

En más de una ocasión metieron en problemas a los directivos de la estación, pero la más notable, fue durante su sesión en Clickaporte, con Uriel Waizel. El programa, generalmente se transmitía grabado, debido a la complejidad de montar todo un backline y sonorizar en vivo. El de los Changoramas fue en vivo, tiempo después del cese de Triscerable. Presentaron el programa, corríamos para revisar las señales entre el estudio A y el estudio B. La entrevista, como era de esperarse, fue absorbida por esos viejos lobos del albur fino y la retórica en el micrófono. Música: y empezaron los ritmos de cumbia con resistol, y las vociferaciones con delay, eco y reverb a cargo del emcee Zara, Zarita, Zarhut, Zarachusma. “Miguel Hidalgo, al menos hizo algo. Vicente Guerrero también era un culero”. Focos rojos en la Ibero, al resto de la ciudad no le quedó más que sonreír al lado de esos locos.

La cumbia del informe.

Pasó el tiempo, le perdí la pista. Me enteré que tocaron en el Vive Latino y hacia mis adentros pensé… “Yo los conocí antes de que fueran famosos, tocaron en mi fiesta de cumpleaños”. Lo veía de repente en los pasillos de la Ibero, impartía la clase de Producción Radiofónica. Hacía un ejercicio que me parece fundamental para comprender la importancia del sonido: construir, a partir de follies una escena de una película. El truco estaba en no utilizar un sólo sonido de librería, todo debía ser orgánico. Esos son los maestros que realmente enseñan, los que nos obligan a pensar. Y si yo me pudiera quedar con algo de este tipo, que lamentablemente nos abandonó, para recordarnos la fragilidad de la vida, es justamente eso: un interlocutor que te obligaba a pensar, a regresar la cortesía de la comedia, el espíritu cínico, la conversación sesuda. Así hablaba Zaratustra.

Buen viaje, viejhitou. Lo hiciste bien mientras estuviste por acá. Te vamos a extrañar.