El rock ha sido testigo de muchas grandes disputas. Sin embargo, es difícil pensar en una que haya durado tanto como el rencor y la acritud entre el Roger Waters y David Gilmour de Pink Floyd.

La pareja apenas se ha dirigido la palabra desde que Waters abandonó la órbita de Pink Floyd a mediados de la década de 1980, y aunque estaban dispuestos a dejar de lado sus diferencias para el Live 8 de 2005, los dos volvieron a sus extremos opuestos de las vallas una vez terminado el concierto.

Ambos se han acusado mutuamente de ser difíciles, y el bajista acusó a Gilmour de utilizar tácticas de “intimidación” en una entrevista reciente.

Waters sigue estando orgulloso del trabajo que realizó con Pink Floyd, pero eso no significa que esté contento con todo.

Cuando presentó ‘The Wall’ en 1990, optó por eliminar “The Show Must Go On” de la lista, a pesar de ser una de las favoritas del álbum.

Impregnado de la influencia de los Beach Boys, el tema mostraba una de las voces más destacadas de la carrera de Gilmour, ya que invocaba los angelicales falsetes de Brian Wilson.

Waters siempre ha sido el primero en reconocer que Gilmour es un cantante superior, pero eso no le ha impedido cantar ‘Wish You Were Here’ o ‘Welcome to the Machine’ en público, por lo que esta omisión pareció a muchos de sus críticos una toma curiosa.

Waters no cantó en la original, y no tocó el bajo, lo que probablemente le hizo sentir que no tenía nada que ver con la integridad de su maqueta original.

El doble álbum se adentró en el pasado de Waters, mientras se absolvía de la infancia que pasó llorando a un padre fallecido y se distanciaba de la culpa que sentía por haber pedido a Syd Barrett que dejara la banda.