Nunca he entendido muy bien porqué la música “lo-fi” me hace regresar a mi infancia.

Quizás eran los casetes mal cuidados que mi mamá tenía junto a la grabadora, o probablemente la misma grabadora en mal estado con la que pasaba tardes enteras escuchando la música que mi mamá sonaba en un barrio no precisamente lindo en la ciudad de Guadalajara.

Algo tiene la música lo-fi. Algo nostálgico. Lago melancólico.

Y de todas las descripciones que le podría dar, “genérico” no sería una de ellas, pues dentro de todos los géneros que se desenvuelven sobre esta línea o “estilo”, hay sensaciones muy hermosas que emanan de músicos haciendo magia únicamente por amor al sonido; música por amor a la música.

Carlos Bergen Dyck, originario de Chihuahua y corazón de Perritos Genéricos, es un mago en ese arte.

Lo que transmite con su música es tan transparente como él mismo lo es en persona; alguien de sentimientos puros e intenciones buenas, que no busca otra razón en su vida más que la de transmitir emociones a través de diferentes expresiones de arte.

Hoy, una de ellas se manifiesta a través de la música y esto que les voy a presentar, vale la pena para pasar largas horas de soledad mirando el techo de sus cuartos.

Así que, si me acompañan en esta nota… ¿Le damos poco a poco a la música de Perritos Genéricos juntos?

Va.

Tan sólo escuchar 39 segundos de esta belleza de alta distorsión y baja resolución, puedo imaginar a Carlos en un sábado por la tarde con la luz del sol entrando a medias por su ventana.

Componiendo por el amor a componer y contando una profunda historia acerca de unos objetos tan cotidianos:

Sus tenis viejos.

Y así como la nostalgia y melancolía pueden tomar control de la música de Carlos Bergen, las chispas de buen humor y sarcasmo también son parte de esta pequeña llama que el día de hoy, mantiene a mis audífonos ahogados de sonidos hermosos.

¿Recuerdan este video?

Ok, pues casi casi como un gran poder conlleva a una gran responsabilidad, un nombre tan cabrón como “Perritos Geniales” exigía una dosis de sarcasmo pura que estuviera a la altura de su título personal:

Y supongo que este tipo de cosas son las que me llegan en materiales de esta clase, pues el “lo-fi” en sí es un “género” que muchos consideran “hecho al aventón”.

¿Y saben qué? Esto es todo menos un trabajo sin pensamiento o planeación.

Los arreglos que sostienen a toda la estructura de “Unidad Especial Antidrama”, son simplemente un pequeño vistazo a la genialidad sonora que Carlos guarda en el imaginario de su propia producción.

Escuchar esto con una “gran producción” sería tonto, obsoleto e innecesario. Sin embargo, con la nostalgia de su básica concepción, este maravilloso track cobra una vida diferente; se convierte en un himno a la soledad y al recuerdo; en un alto escaparate para desahogar todos esos sentimientos que a veces emanan de tardes largas y noches frías pensando en alguien que no parece regresar, y hasta de tiempos de antaño que sencillamente ya no caben en nuestra “era moderna”.

Hacía mucho que un proyecto independiente lograba hacerme sentir tan en contacto con mis sentimientos.

Carlos es un artista, un genio que no ha logrado obtener la luz que los medios deberíamos estarle dando. Sin embargo, si algo me queda muy claro de él, es que fama es lo último que quiere y que tocar el corazón de alguien a través de su melancólico trabajo, es una de las victorias más significativas que puede buscar (aunque a nadie le cagarían un millón de varos, mansiones y limosinas, ¿vea?).

Acá les dejo lo que considero, el mejor trabajo en el aspecto under de la música independiente mexicana.

Disfruten, sientan y déjense llevar por los vientos que estos Perritos Genéricos tienen para ustedes.