Texto por Erich E. Mendoza

Fotos por Marisol Martínez

No me gusta asegurar cosas y mucho menos hablar a nombre de los demás, sin embargo, dudo ser el único a quién la semana previa a Nrmal, le inyecta un “no se qué” en el corazón lleno de alegría, nerviosismo y emoción muy similares a las de la víspera navideña.

Sí, para mí, Nrmal es como una Navidad pero de música.

La cantidad de amigos que se reúnen gracias a esta maravillosa celebración, la manera en la que las idas y venidas al aeropuerto se hacen recurrentes, y la emoción de encontrar a tanta gente en las calles preparándose para el festival, simplemente colorea a la ciudad de un sentimiento de pertenencia, de orgullos; al menos por un día, vamos a poder ser nosotros mismos sin el peso de lo que piensen los demás…

Ajeno a las reseñas que suelo escribir, y que de alguna forma preciso hacer generales, en esta ocasión seré 100% y transparente con lo que viví. Y es que para ser honestos, no sentía tanta emoción por nombres como Beak, Death Grips o Mazzy Star. Mientras que me llenaba de gusto el pensar que Moni, Claudia, Poncho y todos los involucrados en Nrmal lograran fichar a nombres tan impresionantes, mi gusto auténtico por llegar temprano venía de poder asistir junto a la familia de KEXP (Seattle) para –cual niño mostrando sus juguetes nuevos a sus amigos– , pudiera presumirles no sólo el show en vivo de El Shirota, sino lo cabrón que México lo hace en el plano independiente nacional.

El Shirota

Casi lloro mirando el show de El Shirota en vivo. Escuchar a Nachito tirarle un saludo a todos los que lo han acompañado, dedicando canciones a los periodistas que siempre han creído en ellos (Marcos Hassan) y recordando a los soldados caídos de su banda, fueron simplemente especias que le dieron un sabor único al delicioso platillo de ruido que sirvieron a punta de gritos, distorsiones y el amorfo show que han cosechado de aquella primera vez que se les vio en un almacén tocando junto a otras bandas independientes.

Al terminar la tormenta llamada El Shirota, Vyctoria se colocaba en los instrumentos para comenzar uno de los rituales más poderosos que una banda mexicana haya realizado en un escenario de Nrmal.

Vyctoria

La realidad, es que muchos intentos se habían realizado en ediciones pasadas. No quisiera hacerlas menos. Sin embargo, lo de este año fue un círculo preciso de reverberaciones en el que la batería tomaba la batuta a momentos y marcaba el paso a seguir de todos, para entre el ruido y el caos, la guitarra comenzara a tomar el liderazgo para así, dejar que el bajo retomara el control a mitad de la calma, abriendo así el paso para que el violín de Gibrana Cervantes, lo envolviera todo en un hipnótico mar de confusiones, preguntas y respuestas; elementos que comúnmente habitan a la música de Vyctoria y que definitivamente, dejaron plasmado en el escenario de ese increíble show.

Existen muchos sentimientos involucrados en Nrmal. No asistí necesariamente a ver a los talentos internacionales más allá de la hermana tierra del Ecuador, quien con todo su talento escondido nos aventó a un increíble proyecto cuyo sonido dreampop, sacudió los nervios más fuertes de mi ser y sensibilizó las parte más tercas de mis sentidos.

Sexores

Qué belleza la de Sexores. Qué sentimientos, qué calidez; qué manera de tocarle a uno las entrañas con reverberaciones poderosas y melodías amables, que inundan los sentidos para así cerrar los ojos y deslizarse por la belleza de un vivo que irradia esa amargura propia de un corazón enfermo, pero cura la agonía de cualquier malestar sentimental.

Ni siquiera intentaré ser “profesional” al respecto, porque no se puede ser; lo de Sexores fue magia pura en el escenario y darse una vuelta por su último álbum en Bandcamp titulado “East / West”.