Baxter, periodista en México y fanático de hueso colorado de Metallica, se encuentra en un viaje a la Antártida para ver a la banda en un concierto único en uno los lugares más recónditos de la Tierra. Su viaje implica pasar por diversas regiones y un largo trayecto en barco rodeado de fanáticos de la banda de todo el mundo.

A lo largo de la semana publicaremos crónicas de su viaje a la Antártida, aquí pueden ver la primera parte, aquí la segunda y abajo verán la tercera:

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Foto: https://twitter.com/CocaColaFM/

El Ortelius amaneció con los ánimos arriba. Atrás quedaron las olas de diez metros, el movimiento inhóspito y con ello, el mareo y las caras pálidas de su tripulación. Otro día en el barco, dirección sur: las islas Shetland aguardan. En cubierta, discretos copos de nieve advierten el futuro: la expedición continúa bajando su temperatura, y los bríos por ver a Metallica en el concierto más extremo de su carrera, naturalmente suben.

Se han llevado a cabo varias reuniones y conferencias.

La primera se trató de un protocolo de cortesía con la banda y restricción de espacios públicos. Metallica, sus familias y staff tienen reservada una cubierta entera. Por lo mismo, hay una escalera designada para fanáticos, medios, personal de Coca-Cola y producción del streaming. La otra escalera, la que tiene acceso a la cubierta 5, está señalizada con el logo de la banda y la leyenda “Restricted Area”.

Las negociaciones con el grupo duraron meses enteros. Fuentes cercanas al management afirman que James Hetfield se mostró reticente ante la propuesta de tocar en un lugar como la Antártida. Lars Ulrich, el businessman, lo convenció de hacerlo. Su búsqueda por la dominación mundial no estaría completa sin el continente de hielo: hacer lo que nadie más se había atrevido (o habría podido costear). Metallica hará en pocos días una proeza, que otros han intentado fallidamente. Tocar en un paisaje extremo, sin las condiciones adecuadas para hacer un concierto; y al mismo tiempo, respetar el orden del ecosistema al realizar un concierto silencioso. Los pocos asistentes podremos escucharlo vía auriculares.

Hetfield, Hammett, Ulrich y Trujillo abordarán el Ortelius desde la base chilena de Frei, la única en la región con pista de aterrizaje para aviones. Los integrantes de Metallica viajarán con sus familias, harán expediciones privadas por los glaciares y reservas naturales. El resto, haremos lo mismo, en otro momento y en otro lugar. Restricted area.

Para desembarcar en la Antártida, fueron necesarias una serie de capacitaciones. El continente es una zona dedicada a la ciencia y la paz. Esto implica, que respeto por la flora y la fauna, no puede existir turismo desinformado. Somos invitados, turistas y —según nuestros guías— saldremos como embajadores de la Antártida. Debemos esparcir el mensaje para conscientizar al resto del mundo sobre la importancia del lugar. La tripulación del Ortelius ha sido evagelizada sobre las medidas higiénicas y de comportamiento en tierra firme. Es necesario aspirar y desinfectar toda la ropa que vaya a bajar del barco. Son necesarias botas impermeables de plástico. Se prohibe comer, ir al baño y o pisar rocas. La distancia para ver y fotografiar a los animales es de 5 metros para los pingüinos y 15 metros para las focas.

Es así, como el contingente que viaja en estos momentos en este fuerte buque, ha recibido dos lecciones. Un protocolo de comportamiento frente a un continente, y otro frente a la banda. La embarcación ha creado una logia de hermandad y respeto.

Las conversaciones de sobremesa son prácticamente las mismas. Los menos de cincuenta fanáticos especulan sobre el momento en el que llegará la banda. Tratan de hacer plática con el crew presente en el Ortelius, cantan canciones de Metallica a la menor provocación. Son los más adeptos de todo Latinoamérica, y como recompensa Metallica tocará en directo para ellos (y unos cuantos millones más que se conecten al streaming en vivo este 8 de diciembre).

En estos momentos, pasadas las once de la noche, suenan canciones de AC/DC, Ramones, Iggy Pop, Alice Cooper. De pronto, en las bocinas del bar del Ortelius suena “Master of Puppets” y el lugar se entrega a las letras de la canción. Es una familia, muy distinta a la que irá en un viaje restringido con la banda. Los hay de todos orígenes, colombianos, costarricenses, argentinos, chilenos y unos cuantos mexicanos. La mayoría tiene las canciones de Metallica circulando por sus venas, los otros, poco a poco se contagian. Es un barco y una tripulación que poco a poco superan las adversidades, la marea alta, el impuesto del Pasaje Drake.

El día de mañana desembarcamos en Carlini y el equipo de producción tendrá una tarea titánica. Hacer posible un concierto imposible. Ante la nieve, la lluvia o los fuertes vientos, Metallica demostrará una vez más por qué ha generado una tribu tan entregada.

Pero eso pasará mañana. Hoy, suena “The Passenger” en las bocinas del Ortelius, “… and everything is good tonight”.