Muchas cosas son debatibles sobre la carrera de 30 Seconds to Mars, desde la trascendencia de su música hasta la importancia de la fama de Jared Leto como catalizador de su carrera. Pero si hay algo que es imposible refutar es la ambición que existe detrás del proyecto de los hermanos Leto y compañía. El grupo tiene la mirada puesta en el cielo y están determinados a conquistar el mundo, el espacio exterior y todo lo que se les ponga enfrente. Irónicamente esa es su mayor virtud pero también su mayor falla. Love, Lust, Faith + Dreams es la mejor prueba de eso.

Para presentar el nuevo disco la banda decidió lanzar el primer sencillo desde el espacio, contrató a Dita Von Teese para su nuevo video y utilizaron una obra de arte de Damien Hirst como portada. Todo con 30 Seconds to Mars está pensado a gran escala y eso los separa de todas las bandas, no sólo de su género sino en general. Su nuevo álbum no es diferente y como ha pasado con sus otras producciones, está basado en un concepto que se define claramente en el título del LP. Love, Lust, Faith + Dreams, no es un título cualquiera, son los nombres de cada parte del disco y en el álbum son anunciadas por una voz femenina cada que pasamos de una a otra.

Las cosas inician muy bien, “Birth” abre el disco y funciona como una amenazante y corta introducción de lo que vendrá. Le sigue “Conquistador” el highlight del álbum y un amenazante sencillo en potencia que funciona como un enérgico grito de revolución. Promete ser uno de los mejores momentos en los conciertos de la banda: Coros dignos de estadios, un beat muy aplaudible y apasionados gritos de Leto. De lo mejor que ha hecho 30 Seconds to Mars en su carrera.

Al terminar comienza la segunda parte del disco, Lust, y gratamente nos recibe con el sencillo “Up in the Air”, una canción que utiliza el clásico sonido de 30 Seconds to Mars y la da un interesante giro que la convierte en un posible y sorpresivo éxito de las pistas de baile. Hasta aquí el disco va muy bien, es el álbum con el que 30 Seconds to Mars finalmente podría hacerla en grande, sin embargo…la decepción llega con la siguiente canción.

“City of Angels” continúa con la ambición de los temas anteriores, es una balada que la banda quiere que suene en estadios, lo desea tanto que no puede evitar caer en el cliché de querer sonar como U2. “Bright Lights” la canción que abre la tercera sección del disco, Faith, también cae en el cliché (sólo que tomando de ejemplo a The Killers) y entonces queda claro el problema. 30 Seconds to Mars establece una meta muy alta, crea un concepto, sabe a dónde quiere llegar, pero todavía no averiguan cómo llegar a ese punto. Entonces lo que hacen es voltear a ver a los que ya lo hicieron y tratan de replicarlo a su modo y acaban quedándose cortos.

Lo interesante es que eso no sucede en los interludios instrumentales en los que casi no canta Leto, como “Converge” o “Pyres of Varanasi”. Ahí la banda demuestra esa ambición sin caer en el cliché. Hay una gran combinación de múltiples elementos como sintetizadores y arreglos orquestales que realmente le dan un sonido prometedor y épico al disco. Desafortunadamente, cuando entran todos los clichés, la banda se queda corta y su ambición se ve más como un delirio de grandeza que como algo real. La canción encargada de cerrar el disco, la semi acústica “Depuis Le Début” es prueba de que Leto puede sonar bien sin caer en los clichés que parecen ser cada vez más frecuentes dentro de la banda.

30 Seconds to Mars es una especie de camaleón defectuoso, pueden adaptarse y tienen ganas de cambiar completamente sus colores, pero al tratar de hacerlo se pierden viendo a sus similares. Si tan sólo se dieran cuenta que sus momentos más brillantes son cuando se mantienen fieles a sí mismos, tal vez ya serían la banda que aspiran a ser.