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Hoy, martes 12 de noviembre, es cumpleaños de Kathleen Hanna. Sus 45 años de vida no podrían celebrarse en mejores condiciones. ¿Quién diablos es esa mujer de ojos dulces, acento mimado de Valley girl, tatuajes y axilas sin depilar?

Kathleen Hanna es, ante todo, una mujer valiente. Es músico, defensora de los derechos femeninos, escritora de zines sobre punk y mujeres. La primera feminista que conoció fue su madre. Una ama de casa que nadie pensaría que llevaba el feminismo en las venas. Su interés temprano por ayudar a dar voz a víctimas de violencia doméstica tiene raíz en la labor que su mamá hacía en las iglesias de su comunidad en Portland.

Experimentó un aborto a temprana edad que la hizo cambiar su vida por completo. A los quince años decidió trabajar en McDonald’s para pagárselo. Su interés en promover un aborto seguro y legal data de esos años. Estudió preparatoria en Olympia, Washington donde se especializó en fotografía y encontró en un tubo de stripper el apoyo económico que necesitaba para solventar sus gastos de estudiante, situación de la que no se arrepiente y no compromete en absoluto su visión feminista del mundo.

El primer esfuerzo de Hanna por mostrar su trabajo artístico y el de otras mujeres en su entorno llegó con la inauguración de la galería Reko Muse, donde constantemente albergaban conciertos de bandas locales y exposiciones. En este y otros eventos Hanna presentaba su trabajo en forma de spoken word (una especie de declamación poética) que le permitía expresar sus puntos de vista sobre los retos y las dificultades de ser una joven mujer en esos años. Fue uno de sus ídolos, la escritora feminista Kathy Acker, quien hizo que Hanna enfocara sus esfuerzos en la música en lugar de la poesía. (Gracias Kathy Acker). Su primer grupo musical formal surgió en los 90 bajo el nombre Viva Knievel. Con él viajó en un tour por el norte de Estados Unidos y cuando volvió, se asoció a la baterista Tobi Vail, la bajista Kathi Wilcox y el guitarrista Billy Karren para formar un grupo seminal del punk americano: Bikini Kill.

Con Bikini Kill surge el exponente más visible del movimiento Riot Grrrl, que agrupaba a las bandas de punk en los noventa que se identificaban con el movimiento de tercera ola feminista, aunque no se reducía sólo a grupos musicales. El manifiesto de Riot Grrrl fue escrito por Hanna pero inspirado por todas las chicas que aprendieron a comunicarse consigo mismas y con sus compañeras a través de la música, los zines, la poesía y otras expresiones.

Su legado traspasa las barreras de lo musical pues Kathleen y compañía no sólo ofrecían ejemplos de equidad en sus canciones. Daban prioridad a las chicas en sus conciertos, invitándolas a hacer pogo frente al escenario (un sitio habitualmente reservado para los hombres) y defendiendo directamente a quienes sufrían algún tipo de agresión durante sus recitales.

Durante esos años de lucha, Kathleen poco a poco fue agotándose y cansándose de luchar contra un sistema en el que los hombres blancos tenían siempre la última palabra y la tildaban de ser ‘una perra malagradecida e inconforme’. Bikini Kill dejó de existir en abril de 1998. En esos años, Hanna conoció al amor de su vida, Adam Horovitz (Ad-Rock) de Beastie Boys. Ante la crítica de quienes le señalaban que Adam había sido un macho total durante los primeros años de Beastie Boys, Kathleen simplemente declaró que uno no escoge de quien enamorarse. Años después, Adam se reivindicaría de esos días de machismo con varias canciones en defensa de la mujer y un sentido discurso en una ceremonia de MTV a propósito de los horribles actos de violación cometidos en Woodstock’99. Después de terminar con Bikini Kill, y con el apoyo de Adam, Kathleen se recluyó en sus habitaciones y creó su primer disco solista bautizándolo como The Julie Ruin. Grabó todos los instrumentos por cuenta propia y compuso la letra y la música en su totalidad. Una especie de válvula de escape frente a todas las frustraciones que había acumulado durante sus años de guerra en BK.

Tiempo después se aventuró a las redes del pop y la electrónica con Le Tigre. Su electroclash fue concebido como otro escaparate a la mirada femenina de Kathleen, combinando música, baile y visuales. Después de recorrer algunas partes del mundo y de publicar tres discos, anunciaron su separación en 2007. Luego de ese disco, silencio. Nadie sabía de ella salvo poca gente muy cercana. Los rumores de una terrible enfermedad comenzaron a surgir en algunos sitios.

Y entonces llegamos a 2013. Un año en el que Kathleen tiene mucho que celebrar. A principios de este año, la directora Sini Anderson estrenó su documental The Punk Singer, un proyecto fondeado por fans que está dedicado enteramente a la vida personal y profesional de Kathleen, quien -ahora lo sabemos, gracias a esta pieza- lucho con una enfermedad llamada Lyme que no le fue diagnosticada a tiempo, situación que la orilló a alejarse momentáneamente de la música. En agosto de este mismo año se publicó por primera vez la colección entera de documentos sobre el movimiento Riot Grrrl (The Riot Grrrl Collection) una labor de compilación y edición admirable que permite apreciar los esfuerzos de Kathleen y miles de mujeres que se comprometieron con su propia creación artística y supieron extraer enseñanza y belleza de los pasajes más difíciles de sus vidas. También en 2013, Hanna mejoró su salud lo suficiente para empezar un nuevo grupo adoptando el nombre de The Julie Ruin, acompañada de nuevo por Kathi Wilcox.

En suma, hay que celebrar la existencia de una mujer como Kathleen Hanna, sin importar si la conociste ahorita, ayer o hace 20 años. Hay que informarse de su labor comprometida con mejorar al mundo a través de acciones personales y colectivas, con darle un espacio a quien no tiene voz y mostrar que una mujer tiene la fuerza suficiente para trabajar por sus propias ideas, sin importar su apariencia o condición física y económica. Una mujer puede dirigir a un grupo de punk y desafiar al mundo entero desde un escenario, inspirando a miles en el camino y cambiando la vida de miles de chicas y chicos con sus canciones.

Feliz cumpleaños, Kathleen.