Hace 28 años, una banda de Seattle cambió la forma en la que la industria de la música comenzó a percibir las tendencias.

No sólo las disqueras, agencias y promotoras perdiendo el control del “gusto” y de las “olas” que iban a generar en la música, sino que además, poco a poco comenzaron a revelar sus verdaderos colores y con el distanciamiento de la gente, también perdieron su credibilidad.

Hace 28 años, la misma banda de Seattle retomó el cariño, la credibilidad y y el liderazgo; con el nacimiento de Nirvana, una nueva cultura entorno al grunge comenzó a construirse de manera más popular, e incluso hasta “estrellas pop” como Mariah Carey (urgidas de relevancia) comenzaron a imitar esas modas sólo para encajar.

La victoria era clara: los misfits habían ganado. Los rechazados dominaban la tendencia. Alguien desde abajo, que trapeaba pisos en su secundaria, era la cara de una nueva generación.

Hace 28 años, esa misma banda que dejó su huella en la plataforma más importante de aquellos años mejor conocida como Music Television, marcó el inicio de una nueva era al demostrarle a las altas esferas de la industria que a pesar de tocar en su escenario, ellos ya no tenían el control de lo que venía, y debían adaptarse a las nuevas generaciones o morir en el olvido (como eventualmente sucedió).

Hace 28 años Nirvana conquistó los VMA’s arrancando con la canción que el mismo canal había censurado: “Rape me”. Y ahora, a 28 años de ello, nosotros podemos revivir ese épico concierto.