Nadie pasa por la vida intacto, y aunque David Gilmour logró forjar una gran carrera luego de la separación con Roger Waters y todas las cosas que eso conllevo el formar parte de ese nuevo Pink Floyd, aún existen dolores que quedan en el alma y arrepentimientos que no se pueden olvidar.

¿El más grande? El sentir que llegó un momento en la carrera de Pink Floyd, en que las palabras de Barrett se volvieron reales y la ausencia de Waters un gigantesco yunque de 800 toneladas.

Tal y como farout repasa, durante el lapso de 1986, Gilmour decidió liderar el nacimiento de un nuevo disco de la banda luego de que Roger se fuera del proyecto.

En aquel entonces, los avances tecnológicos estaban a la alza, y la vanguardia en el ámbito sonoro, sobre todo en el aspecto de producción, estaba simplemente en la cúspide de su modernidad.

Músicos como Prince y David Bowie, eran expertos en utilizar esos avances para convertirlos en herramientas. Sin embargo, David Gilmour no logró sintetizar lo nuevo con su concepto sonoro, y terminó creando uno de los peores discos de Pink Floyd: A Momentary Lapse of Reason.

Hasta la fecha, es uno de los discos más innecesarios de la banda, e incluso el fandom rescata muy poco de aquella producción que abusó de los instrumentos y la tecnología, y se olvidó precisamente de aquello que tanto defendía Syd Barrett, y que tanto se perdió con el dinero y la fama: “la esencia”.

Duro, ¿cierto? Pero David ha seguido adelante y han habido otros discos que le han dado renombre a la banda, así que no todo está mal.

En otras noticias, para Gilmour, el respeto de Barrett pesó mucho en su consciencia. ¿La razón? Chéquenlo por acá.