Es bien sabido que Dave Grohl de Foo Fighters y Lars Ulrich de Metallica son grandes amigos, sin embargo; las diferencias ocurren incluso entre las amistades más duraderas. A principios de la década del dos mil, Grohl tuvo algunos roces con Ulrich, pero en aquel momento el baterista de Metallica en realidad era odiado por muchas personas más.

Hablamos por supuesto del polémico caso de Metallica vs. Napster, una batalla legal en la que Lars Ulrich se mostró codicioso e inflexible, a los ojos de algunos fans. Recordemos que hace 20 años la música digital aún era un terreno inexplorado y, cuando Napster ofreció la posibilidad de bajar discos enteros sin pagar un solo centavo, la industria enloqueció.

Sobre la mega demanda que Metallica interpuso contra Napster y allegados, por alojar y difundir su música de manera ilegal, Dave Grohl comentó (vía Rock and Roll True Stories):

Siento que la música debería estar disponible para cualquiera que quiera escucharla. No quiero tener que encender la radio y poner cinco céntimos para escuchar una canción de Metallica… Cuando alguien que ha vendido 50 millones de discos y tiene 50 millones de p*tos dólares se queja de los céntimos, que te jodan”.

Grohl fue sólo uno más en la larga lista de personas que denunciaron la persecución de Ulrich contra Napster, incluyendo fans que se presentaron en el juicio para poder pisotear sus discos de Metallica mientras Ulrich entraba por la puerta.

El enojo, sin embargo, fue atenuándose con el paso de los años. Durante el ciclo promocional del álbum ‘Death Magnetic’ de Metallica, Grohl y su compañero de Foo Fighter Taylor Hawkins estuvieron en el terreno para entrevistar a la banda.

Grohl incluso contó una anécdota más tarde sobre cómo Ulrich le enseñó cómo era la vida de una auténtica estrella del rock. Mientras volaban a la siguiente ciudad para un concierto, Grohl casi se deja convencer para redirigir el avión a Las Vegas, diciendo en una entrevista para el programa de radio It’s Electric de Ulrich:

“Me dijiste una de las cosas más locas. Dijiste que querías dirigir el avión a Las Vegas, y yo dije que no podía hacerlo. Entonces dijiste, ‘podemos hacer lo que queramos’ y yo estaba como…’SÍ PODEMOS, HOMBRE’. Entonces me fui a casa. Me quedé en plan ‘Tengo tantas ganas de ser Lars Ulrich'”.