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Llegué a la Agrupación Cariño a través de otro grupo, Marc Monster and the Olives. Buscaba nuevos talentos para la programación de un nuevo lugar que se iba a llamar El Imperial. Acudí a una tienda de discos especializada, de esas que se encuentran en peligro de extinción, y le pregunté al dependiente por nuevos grupos. Así, tal cual. Con cierto aire de desdén, me recomendó a The Olives. Llegué a mi oficina a escucharlos junto con otra cantidad de CDs de bandas nuevas en tiempos donde no había soundclouds ni redes sociales, apenas Myspace, que con trabajos reproducía unas cuatro canciones. Escuché el CD y me encantó. Rhythm and blues bien interpretado, con personalidad que para pronto, ya formaba parte de uno de los primeros elencos de ese nuevo club de música indie. Hasta la fecha nos esforzamos para que ofrezca eso: música fresca y sobre todo de calidad.

Pero este encuentro no fortuito, me llevó a conocer a Marc Monster, compositor, cantante, frontman y enloquecido amante de lo que hacía: música. Como con muchas otras personas, me gustaba platicar de música con él. Y un buen día me soltó su proyecto de música tropical. También conocí al buen Mario del Toro, promotor incansable de su grupo, o sea la Agrupación Cariño, o La Agrupa, como la nombramos con cariño.

La verdad, siempre me gustó la música que permite juntar los cuerpos, mezclar los sudores y por qué no, mezclar los sabores. La cumbia, el vallenato, el son cubano, la salsa, son ritmos que permiten que la danza se convierta en algo más: un rito de reconocimiento entre dos. Un intercambio de feromonas y testosterona. Una forma de acercarse lo más literalmente posible dentro de lo aceptable en público.

Así que, no encajando del todo dentro del perfil musical de El Imperial —basado en rock y música de la entonces llamada indie— entró la Agrupación Cariño a la programación habitual. Se convirtió no sólo en grupo de casa, sino en acto consentido para ocasiones especiales, como el Día de los Novios o el Día de las Madres, en el que se pasaba gratis acompañado de la “jefecita”.

La Agrupa tiene entre otras cosas la virtud de recrear fielmente la música tropical de nuestro país, sin falsas poses de “baño de pueblo”, sin intentar hacer reinterpretaciones kitsch de un género que no necesita defensores ni “justificante médico” para hacer del baile algo “cool”. Su música logra amalgamar influencias tan obvias como Los Ángeles Azules, Joan Sebastian, Armando Manzanero y José José con influencias más propias de su generación como Caifanes de la “Negra Tomasa”, Inspector o Botellita de Jerez. (Vean aquí el Ten Songs de la banda).

La Agrupación Cariño no es el resultado de un sesudo plan de marketing de algún genio de la industria musical. Es precisamente el ejemplo de lo que pasa cuando músicos de gustos diversos se acercan con eso, cariño, a la esencia de la música popular, respetando la idea inicial de la misma, bailar, entretener y darnos la oportunidad de cantar sentimientos más cercanos al corazón y a las caderas que a la razón.

En mucho me recuerdan las raíces esenciales del género como Rigo Tovar, o grupos actuales que reviven el sentimiento popular como Paté de Fuá, o esenciales de los limbos entre el rock, música norteña, tropical y urbana como Jaime López.

Agrupación Cariño otorga también ese respeto sin falsas petulancias de darle calidad a los acordes, a los arreglos, a aquello que se escucha en los bailes y que no por ser popular debe carecer del mejor esfuerzo de los músicos que interpretan o componen para la masa embriagada que suda y zapatea en la pista de baile. Son de esas bandas que además escucho en mi casa con la confortable sensación de disfrutar de algo, que no pertenece a esa enorme cantidad de productos, diseñados para tan fácil digestión que a veces ni siquiera masticamos cuando ya van de salida del sistema digestivo.

Música independiente, música para ligar y bailar de cajoncito con actitud de rockstar.

Escuchen a la Agrupación Cariño y otras bandas independientes en el canal de Fill Indie Blanks de Sony Music Unlimited.