Texto: Marisol Martinez

‘Every bad situation is a blues song waiting to happen’- Celebremos a Amy Winehouse con sus mejores presentaciones.

El 23 de julio del 2011 el guardaespaldas de Amy Winehouse , Andrew Morris, tocaba por tercera vez la puerta del apartamento que la cantautora tenía en Camden, Londres. Días antes la había notado dispersa, transitando de habitación en habitación, viendo videos en YT rememorando sus glorias pasadas… bebiendo. De todos los males que le habían aquejado en el pasado, el alcohol parecía ser el menor de ellos. No fue así.

A las 3:54 de la tarde Winehouse fue pronunciada muerta debido a una intoxicación etílica accidental. Los niveles de alcohol en su sangre eran de 416 mg por cada 100 ml, más de cinco veces el límite legal para poder conducir. Amy se ahogó en un mar de contradicciones, de abandono, de desamor. La que una vez fue la estrella irrefutable del jazz, R&B y soul contemporáneo se extinguía sola, a merced de 3 botellas de vodka.

‘Amy Winehouse tocando un cover de”There’s No Greater Love” de Billie Holiday durante las sesiones en vivo de AOL en 2004’.

Todo en Amy Winehouse era icónico: Su clásico y pesado delineado de ojos, el siempre imitado pero jamás igualado peinado beehive que llevó hasta su última presentación, su aire de diva sofisticada de los 50, el piercing que tenía arriba del labio superior que a ratos nos recordaba a Marilyn Monroe, los tatuajes que adornaban su pielpero sobre todo, el talento que ella misma reconocía como innato. Para Amy, cantar era tan natural como respirar.

Había algo devastador en su voz, algo tan fuerte e inesperado como un desastre natural. En sus composiciones siempre se percibió un profundísimo dolor, insondable y oscuro. Escucharla cantar, dolía.

En su primeras presentaciones la joven de 20 años de edad tenía un total dominio sobre su conducción escénica, de sus capacidades interpretativas, y sobre todo, lograba conectar con el público como si se tratara de la encarnación de Ella Fitzgerald. 

Amy tocando en el programa de televisión ‘Raymann Is Laat’ como parte de la gira promocional de ‘Frank’, su primer álbum de estudio en 2004.

El ocaso de una ruptura anunciada.

Amy amó tanto y con tanta pasión, que su propio fuego terminó por extinguirla.

Blake Fielder-Civil y Winehouse se conocieron en un pub inglés durante el 2004. En aquel entonces ambos tenían pareja, pero la conexión fue tan electrizante que poco después ya habían formalizado una relación de noviazgo en la que ambos se sabotearon una y otra vez. Eran dos personas rotas que se amaban intensamente, pero que no podían subsistir juntas.

Nos amamos de una manera intensa y probablemente de una forma mal sana y co dependiente.No puedes tener una relación y ser adicto a la heroína; no puedes. Esa no es vida, lo sé ahora” , expresó Blake Fielder-Civil en un documental sobre la vida de Amy Winehouse.

Amy cantando “Tears Dry On Their Own” en Jools Holland frente a una audiencia pequeña, justo como siempre le gustó en 2006.

Durante mucho tiempo Fielder-Civil se negó a reconocer que había sido él quién había introducido a Amy en el mundo de las drogas, pero después de su muerte aceptó que ambos habían tocado extremos que nadie debería experimentar.

Un año después de comenzada su relación, Blake dejó a Amy para volver con su ex-novia, episodio del cual jamás se pudo recuperar. La relación que sostenía con las drogas y el alcohol se volvió más cercana, y lo que nosotros consideramos como su obra maestra ‘Back to Black’ no es más que una antología de todo su sufrimiento, un catálogo de rupturas y desamor.

Amy cantando en versión acústica el himno de su oscura realidad, “Back to Black”.

Amy cayó muchas veces, sus apariciones públicas en estado de ebriedad y bajo el influjo de fuertes drogas se volvieron más frecuentes, y de alguna manera, el público se volvió indolente ante su sufrimiento.

Hacia el desenlace de su vida, a muchos se les olvidó que ella era únicamente un alma frágil que buscaba empatía en el estribillo de una canción, que encontró su propia visión de refugio y realización en los brazos de un hombre que jamás le hizo bien, y que labró una fugaz pero poderosa carrera sobre la franqueza de una mujer que no hizo más que gritar lo mucho que le dolía el corazón.

Amy nos enseñó que uno puede morir en la raya en nombre del amor.

Amy interpretando “Love Is A Losing Game” en la celebración de los Mercury Prize del 2007.