El polémico Fyre Festival -mundialmente conocido por el fiasco del 2017 y un intento fallido más reciente en México— ahora busca redimirse, no con otro festival, sino como una nueva plataforma de streaming musical.
Lejos de carpas improvisadas y promesas vacías, el proyecto apunta a recuperar el espíritu del descubrimiento musical a través de una red digital.
De la catástrofe al contenido digital
Luego de que se cancelara indefinidamente el Fyre Festival 2.0, programado para celebrarse en Playa del Carmen el próximo mes, el futuro de la marca parecía, una vez más, incierto.
Sin embargo, según informó Deadline, el productor Shawn Rech, fundador del servicio TruBlue, adquirió parte de la propiedad intelectual del festival, incluyendo dos marcas registradas, para lanzar un servicio de streaming bajo el mismo nombre.
“Las cadenas musicales [en televisión] ahora son solo programación, y no tengo ningún interés en ver a gente resbalando en plátanos. No tiene nada que ver con la música”, declaró Rech.
“Necesitaba un gran nombre que la gente recordara, aunque estuviera unido a la infamia, así que por eso compré estas [marcas] para poner en marcha la red de streaming”.
Según el nuevo sitio web de Fyre Music Streaming, la plataforma funcionará como una aplicación de video bajo demanda (SVOD) y también como un canal gratuito con anuncios (FAST), al estilo de Netflix pero enfocado exclusivamente en música.
Rech enfatiza que su visión se centra en devolver a los fans el control sobre el descubrimiento de nueva música:
“No se trata de festivales ni de bombo y platillo”, dijo. “Se trata de devolver el poder del descubrimiento musical a los fans. Estamos construyendo algo auténtico y duradero”.
Música antes que espectáculo
Aunque el infame festival aún es legalmente propiedad de Billy McFarland, organizador del fraude original, este nuevo emprendimiento no guarda relación directa con futuros eventos presenciales.
Más bien, se posiciona como una plataforma de apoyo a artistas emergentes, quienes podrán enviar su música para ser considerada. Las suscripciones se ofrecerán a un precio accesible, con un tope de 5 dólares mensuales.
A pesar de su pasado turbulento, Fyre intenta un reinicio radical, dejando atrás las playas mal equipadas para apostar por el contenido digital curado, directo al hogar de los oyentes.
Resta por ver si la marca logrará sacudirse el escándalo o si su historia seguirá siendo un recordatorio de cómo el marketing sin sustancia puede arder rápidamente.