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Hay un antes y después de Lou Reed y para recordarlo invitamos a diferentes personajes de la industria musical para que escribieran sobre Lou, su legado y cómo marcó sus vidas. A lo largo de la semana nos despediremos del gran Lou Reed como se debe, celebrando la carrera de un ícono.

Seguimos la serie con un texto de Ricardo Zamora, experto en comunicaciones que desde hace más de 15 años ha trabajado como locutor y escritor en medios como Editorial Televisa, Grupo Imagen y Radioactivo 98.5. De 2006 a 2011 fue gerente general de Ibero 90.9 y actualmente trabaja en Google México como gerente de comunicaciones y relaciones públicas:

Porque pertenezco a una clase media conservadora. La que tradicionalmente rechaza los cambios fuertes, a la que le asusta la inestabilidad. La que rápidamente señala los excesos y los califica de debilidad.

Esa gente, en los Estados Unidos de 1975, vivía en los suburbios. Lastimados por la recién terminada guerra de Vietnam, enterraban bajo la alfombra todo lo que tuviera que ver con violencia y el sexo “informal”. Lo “formal” era El Padrino y Playboy.

Debajo de la alfombra estaba Lou Reed y miles de personas. Los que viven en la periferia social. En esa “informalidad”. Las putas, los adictos, los proxenetas, los dealers, los Beat. Sólo que esa informalidad en los setenta llegaba hasta Times Square. Se expandía al caer la noche.

Es la que cautivó a Andy Warhol y ayudó a extender “la mancha” marketearla y venderla a una clase poderosa que necesitaba vivir la vida a una intensidad que fuera tan intensa como las drogas que consumía.

Yo no debería de escribir de Lou Reed porque nunca lo vi en vivo. Sólo conocí la versión “en vivo” en los noventa. En una nube de estática. Proyectado en una grabación de “Satellite of Love” durante alguno de los conciertos de Zoo TV.

Uno de los conciertos a los que asistimos muchos de los miembros de esa clase media conservadora. Que ahora lamenta su muerte.

Porque en algún momento Reed, y todos los que viven abajo de la alfombra, nos ayudan a ver que toda esa ordenada estructura que construimos para dar orden y seguridad a nuestro mundo es una mentira.

Lou Reed no debería de leer este breve texto.

Está muerto, obvio. Pero no le habría gustado que le recordaran que antes que él estaba Dylan. Dos genios superpuestos con varios cruces. Sólo que a Lou Reed le ha tocado escribir del lado sucio de la alfombra. Sí, estaba más jodida la cosa. También su negra armadura de cuero con charol (que contrastaba con la estridente estampa de proxenetas y prostitutas) hoy es un uniforme que puede comprarse por menos de $200 pesos en H&M.

Extrañaremos a Reed porque sus ideas se movían en una frecuencia distinta. Porque conceptos como rebeldía, integridad, coherencia (con los que normalmente nos referimos a él) no le significaban nada en absoluto. O por lo menos no lo mismo que a la clase media conservadora que leerá esto tratando de justificar su duelo.