Metallica, aún con Cliff Burton.

Metallica, aún con Cliff Burton.

Esta semana celebramos el aniversario de uno de los mejores álbumes del género thrash metal. Hablamos del disco Master of Puppets, la tercera entrega de Metallica, la cual les dio la llave del mundo, el disco que les abrió las puertas y los convirtió en una leyenda viviente. ¿Por qué es tan glorificado este álbum, con tan solo ocho canciones? ¿Por qué se han mitificado con el paso de los años? Definitivamente, no son preguntas fáciles de responder, pero hay un ingrediente que ayudó a la grandeza de este disco: su lugar en el tiempo y en la carrera de Metallica.

Más allá de analizar o celebrar la grandeza del tercer álbum de James Hetfield y compañía, Master of Puppets llega al mundo como el episodio número dos de la trilogía perfecta de la banda. Además de marcar el clímax creativo de los años dorados de Metallica, este álbum comparte curiosos elementos, tanto con su antecesor, Ride the Lightning, como con su sucesor, …And Justice For All. Factores que se traducen en fascinantes patrones que divinizan el universo de Metallica.

¿Cuáles son los principales patrones que se repiten en esta intrigante trilogía? Los compartimos a continuación.

La producción

Los tres discos fueron producidos por Flemming Rasmussen y son los únicos álbumes de Metallica en los cuales participó este productor danés, quien posee su propio estudio en Copenhague, Dinamarca.

Flemming Rasmussen.

Flemming Rasmussen.

La pista uno

En cada uno de estos tres discos, la primera canción corresponde a la misma estructura: una introducción basada (principalmente) en guitarras complejamente arregladas, seguida inmediatamente de una explosión que deriva en una melodía veloz. Estas canciones son “Fight Fire With Fire”, “Battery” y “Blackened”.

La pista número dos

“Ride the Lightning”, “Master of Puppets” y “…And Justice for All”, estas tres canciones recibieron el mismo nombre del disco en el cual aparecen, y todas fueron colocadas en el segundo track de cada álbum, y son de las dos canciones más largas en dichas producciones.

La pista número cuatro

Uno de los patrones más fascinantes de esta trilogía. Hablamos de las canciones “Fade to Black”, “Welcome Home (Sanitarium)” y “One”. La primera llegó al mundo como la primera pseudo-balada de Metallica, la que puso en riesgo la reputación de la banda en el entonces cerrado mundo del metal. El cuarteto aseguró la formula con una melodía similar en 1986 y llegó con la mágica conclusión en 1988. La estructura es simple y al mismo tiempo única. Todas inician con una melodía dramática con guitarra “no distorsionada” y se desenvuelven en un entorno amigable para el oído. Después, llega el puente que conecta con una segunda parte más rápida, caótica y ruidosa. Un solo majestuoso marca el fin en las tres canciones. Y, finalmente, estos tres temas contienen líricas impregnadas de dolor y lamento, escapes del mundo personal de James.

La obligada canción instrumental

Se trata de una tradición que Metallica adoptó desde su segundo álbum (o el primero, para los puristas, con “(Anesthesia) Pulling Teeth”) con “The Call of Ktulu”, seguida de “Orion” (para muchos, la mejor canción de la banda) y concluida con “To Live Is to Die”. Son tres melodías y cada una se divide en dos capítulos, distinguibles con facilidad y, más importante, sirven para entrar a la recta final del disco que las alberga.