Texto: Marisol Martinez

Mexicali es, por definición, la ciudad más septentrional de toda América Latina, árida por donde se le vea, caracterizada por tener uno de los veranos más calurosos del país (pueden alcanzar hasta los 52º centígrados) con lluvias casi nulas y cuyo territorio registra una de las zonas sísmicas más fuertes de México. En donde lo gabacho se une con lo mexa y cuando pagas con pesos, te regresan el cambio en dólares.

Mexicali también debería de ser, por definición, lugar en donde habitan las personas más amables de nuestra geografía, igual de cálidos que su sofocante verano. Lugar en donde de inmediato identifican si eres foráneo, pero igual te tratan súper ‘chilo’. Así lo comprobé durante mi estadía en la ciudad para llegar a Celsius, el festival entre el desierto.

Foto: Marisol Martínez

Foto: Marisol Martínez

Después de manejar en carretera por aproximadamente 30 minutos seguimos un caminito de terracería para llegar a Campo Mosqueda, el Lago de los Lirios norteño. Un parque atestado de asadores (obviamente) en donde familias completas parquean su troca, se sacan unas cheves y unos Squirts y comen delicioso mientras descansan a la sombra de una palmera. En efecto, a ratos huele como si estuvieras a la orilla del mar, sólo para darnos cuenta que estamos a la mitad del desierto y que algunos metros más adelante, el escenario está listo para recibir a su primer invitado.

Foto: Marisol Martínez

Foto: Marisol Martínez

Foto: Marisol Martínez

Celsius es, sin temor a equivocarme, el primer espacio bien definido de música independiente en Mexicali. A diferencia de Tijuana, su flamante vecina, ‘Cali’ no tiene una escena underground bien delimitada, y mucho menos espacios en donde el punk, surf, rock o garage puedan sonar. Este oasis a la mitad del desierto funcionó como un cálido bálsamo para que todos los asistentes (en su gran mayoría, jóvenes que no rebasaban los 20 años de edad) encontraran un espacio seguro para tirarse en el suelo con sus amigos, bailar en el moshpit y destaparse una cerveza.

Foto: Marisol Martínez

Foto: Marisol Martínez

Nomada, quinteto lugareño, fue el encargado de aperturar la tarima en medio de los castigadores rayos del sol que acumulaban una temperatura cercana a los 43 grados centígrados. La agrupación es bastante joven, llevan un par de años tocando juntos y sus influencias musicales claramente danzan entre el indie rock y el pop.

Foto: Marisol Martínez

Foto: Marisol Martínez

Foto: Marisol Martínez

Al termino de su set llegó el turno de la princesa gótica Dani Shivers, una multifacética mujer originaria de Tijuana que logra compaginar su tiempo para dedicarse a su carrera como músico, y también, convertirse en un médico veterinario profesional.

“Ayer le hicimos una necropsia a un jaguar del zoológico, aparentemente, tenía cáncer pulmonar” contaba con entusiasmo en nuestro camino al festival. 

Dani logró que varios de los asistentes que se guardaban celosamente del sol dejaran sus lugares y se acercaran a la tarima mientras ella bailaba y creaba una atmósfera misteriosa llena de pesados sintetizadores y crípticas letras. Justo como le gusta.

Foto: Marisol Martínez

Foto: Marisol Martínez

Foto: Marisol Martínez

Foto: Marisol Martínez

Para cuando acabó Shivers, el sol estaba en su punto más radiante y lascivo. Con mi poca (más bien inexistente) experiencia para manejar este tipo de situaciones climatológicas, y como buena chilanga, decidí ir a buscar refugio a a orilla del lago acompañada de unas papas fritas para evitar mi posterior desmayo.

Cuando regresé, Señor Kino estaba a punto de empezar su show. Sin duda, esta agrupación originaria de Hermosillo ha sido una de las mayores alegrías que me ha dado la música no solo en Celsius, si no en lo que va de todo el año.

Foto: Marisol Martínez

Foto: Marisol Martínez

Foto: Marisol Martínez

La primera impresión que me dieron: Son como una boy band con integrantes mixtos, mucho más jóvenes, que les gusta la chela, el surf, el punk rock y los atardeceres chilos. Cada uno tiene una personalidad bastante definida, que se distingue a leguas de distancia. Tienen a la cabeza y líder de proyecto, a la badass, al guitarrista que cuaja toda la onda, a la cute girl, y al bataco sonriente. La neta, lo tienen todo y bien machín para llegar muy lejos.

Abajo de la tarima los asistentes se volvían locos. Cantaban, bailaban, se miraban con complicidad, se abrazaban, reían. Hacía ya un buen rato que una banda que no conozco, y que cuyo género musical no consumo me transmitía tanta emoción. La vibra era real y la de sus fans lo es mucho más. No puedo esperar para verlos otra vez. Lo mejor está por venir para Señor Kino, estoy segura.

Foto: Marisol Martínez

Foto: Marisol Martínez

Foto: Marisol Martínez

Foto: Marisol Martínez

Foto: Marisol Martínez

Empezaba a caer la noche, el ocaso ocultaba los rayos del sol y bajaba la temperatura, con esa bocanada de aire fresco, llegaba una de mis bandas favoritas, que al igual que Señor Kino, rompe con el molde de lo que me gusta. Vaya Futuro, a quienes yo considero más chilangos que las tortas de tamal, llegaban para sanarme una vez más.

Siempre que la música y la ciudad me aturden, me gusta escuchar a Vaya Futuro. Son algo así como un lugar que conozco desde hace mucho tiempo. Como llegar a casa de mi mamá. Como la fragancia de las flores que sólo se abren por la noche. Verlos una vez más, lejos de mi hogar, fue especial.

Foto: Marisol Martínez

Foto: Marisol Martínez

Foto: Marisol Martínez

Foto: Marisol Martínez

Foto: Marisol Martínez

Y de repente, así, sin previo aviso, se nos despabiló del trance mental proporcionado por Vaya Futuro para que el reggaetón y la cumbia demostraran (una vez más) su poderío en la escena musical del país. Llegó Dj Chucuchú, capo de Cumbia Cartel, un colectivo formado en Tijuana y que bueno, pues aboga por los ritmos sabrosos y desenfrenados que ponen a bailar hasta al más escéptico.

¿El resultado? Parecía que ahí nunca nadie había escuchado a Ozuna antes, y como mosquitos a la luz, la gente se arremolinó al frente del escenario y de verdad, sacaron sus mejores pasos.

Foto: Marisol Martínez

Foto: Marisol Martínez

Foto: Marisol Martínez

Foto: Marisol Martínez

Foto: Marisol Martínez

No aguante el bailongo. Mi raza estaría avergonzada de mi. El cansancio y el equipo que llevaba cargando en mi espalda todo el día me hicieron buscar un rinconcito en el área de food trucks y ver la gozadera desde lejos. Minutos más tarde los ánimos descenderían un poquillo con la llegada de Grenda, que como todo un verdadero profesional llegó, tocó de maravilla y se fue.

La verdad, Grenda sí es el príncipe de Tijuana y el futuro de la música electrónica en México.

Foto: Marisol Martínez

Foto: Marisol Martínez

Foto: Marisol Martínez

Foto: Marisol Martínez

Después llegó el turno de los capitalinos Hawaiian Gremlins y todo se puso bien raro. Apenas terminaban su primera canción, y una de las guitarras dejó de sonar. Pararon el show, y comenzaron a conectar y desconectar. En la desesperación pidieron por el micro a Vaya Futuro que les prestaran un guitarra. Que no era la guitarra, que era el ampli que se había tronado. Después la otra guitarra también empezó a fallar.

La banda se emberrinchó, comenzaron a pelearse con el ingeniero de audio desde el escenario “que si por favor los dejaban hacer su chamba“. Terminaron de tocar de mala gana, era visible. Una lástima.

Foto: Marisol Martínez

Foto: Marisol Martínez

Foto: Marisol Martínez

Foto: Marisol Martínez

Foto: Marisol Martínez

Clubz tardó mucho tiempo en setear su escenario, pero totalmente valió la pena. La experiencia de la dupla norteña es más que evidente, pues no por nada se han presentado en los venues y festivales más importantes del país. Salieron y enamoraron al público, agradecieron estar en el norte y se aventaron todos los hits.

Foto: Marisol Martínez

Foto: Marisol Martínez

Foto: Marisol Martínez

Foto: Marisol Martínez

Se acercaba el final de mi travesía al otro lado del país, y restaban los dos especímenes más interesantes de la noche, y que de hecho, guardan muchas similitudes entre ellos.

Por un lado LNG SHT, el consagrado de la escena del hip hop/ punk de país. Salió irreverente, como siempre. Ligero, sencillo, con un Cat siempre sonriente detrás de la tornamesa. Algo que tiene Gastón y que siempre me ha parecido bestial, es la manera en la que sabe conectar con su gente que tanto le quieren y siguen hasta el último rincón de país. Y hablando de eso, ¿saben también quién se está haciendo de un séquito de fans igual de leal? Sailorfag, the real MVP del año.

Foto: Marisol Martínez

Foto: Marisol Martínez

Foto: Marisol Martínez

Foto: Marisol Martínez

El opresor del heteropatriarcado, el maricón hasta la muerte, la diva del reggeatón y hip hop que se ha apoderado de todos los venues del centro y norte del país llegó enfundado en una camisola con estampado de flamas, y sus botines a juego. Sin tapujos ni verdades a medias tintas sonó “Amiga Date Cuenta”, “Inventadas y Modernas”, la “Polo Acartonada”. Se le quiere tanto a la desgraciada, que cuando le pidieron otra canción más nos cantó el himno nacional y el “Kulikitaka” y nosotros, las coreamos.

Qué chilo y curado estás, Mexicali.

Foto: Marisol Martínez

Foto: Marisol Martínez

Foto: Marisol Martínez

Foto: Marisol Martínez