Hace veinte años, la recién formada dupla de Nicolas Godin y Jean-Benoît Dunckel formulaban una de las piezas, que sin lugar a dudas, lograron manipular de manera definitiva el concepto sobre una de las excentricidades sonoras del viejo continente: la música francesa.

Basta con analizar la portada del Moon Safari para darnos cuenta de ello

El arte de la portada corrió a cargo del diseñador Mike Mills, quien también ha producido vídeos musicales para  Moby o Yoko Ono. 

En primer plano encontramos las figuras de Godin y Dunckel, a manera de libro para colorear, y después, el logotipo de Air con el Moon Safari escrito debajo (aparentemente Air es un acrónimo de “Amour, Imagination, Rêve“), y casi subliminalmente, notas las palabras “banda francesa” en una tipografía más pequeña, vertical al logotipo principal.

¿Será que irónicamente trataban de darnos algún mensaje?

Incluso en la actualidad, si tratamos de googlear información sobre la agrupación, la cita “Air banda francesa” es necesaria, pues los motores de búsqueda aun no se encuentran completamente familiarizados con su sonido, y en el año de 1998, todo parecía ser más complejo.

El nacimiento del downtempo europeo

Mientras que los parisinos Daft Punk re-inventaban el sonido dance con su álbum debut Homework, que incluía temas como “Around the World” y “Da Funk”, los de Versalles, se encargaban de generar una identidad propia mediante la construcción de lo que ahora conocemos como downtempo, un sonido que tardo muchos años en permear por completo en la escena musical francesa.

Fue aquella inahibilidad de pertenecer, lo que les permitió alcanzar el puesto número 21 en las listas de álbumes de su país, y aunque han vendido alrededor de 2,000,000 de copias hasta la fecha, solo 100,000 de esas ventas fueron en Francia.

Como nuestras canciones estaban escritas en inglés, siempre nos percibieron como algo más británico, incluso, la indiferencia fue tan penetrante fuera de la capital, que fue difícil salir de tour con ese álbum por el resto de Francia.

Es muy curioso pensar como en la década de los noventa, la escena musical francesa era remotamente conocida, algo así como un viaje a la luna; pero fue la audacia de Air, la que la colocó como un viaje de primera clase al rededor del mundo.