Fotos: Alan Cortés
Camino entre la gente dándome cuenta de que la música, es un vínculo que me conecta no solo con ideas o sentimientos internos que habitan en mí como las canciones que me han marcado a lo largo de mi vida. En realidad, la música es una máquina del tiempo en la que un sólo momento, una nota, me transportan a días de soles más tranquilos y responsabilidades menos altas que me permitían vivir mi vida “como yo quería”.
¡Wow! Según yo vivía en 2019, pero por un momento, se siente como si fuera 2007.
¿Dónde quedaron mis Vans, mis palestinas? ¿Dónde quedaron mis pantalones entubados y en dónde dejé esos moños de colores ultra emo que a veces me ponía acompañados de un maquillaje terrible pero según yo muy “dark”?
Preguntármelo era tonto porque la respuesta estaba enfrente. La respuesta, para que lo sepan, estaba en todos y cada uno de los asistentes que con esperanzas esperaban escuchar “Chelsea Smile” con los puños levantados y los corazones en la mano.
El día había llegado, Bring Me The Horizon estaba en casa y era momento de conectarme no nada más con el pasado, sino con el presente de este gran proyecto.
Debo confesar que hubo sentimientos de decepción. ‘Sempiternal’, ‘That’s The Spirit’ y por supuesto ‘Amo’, sus tres últimas producciones discográficas, sonaron durante toda la noche. Faltaron los clásicos y aquel viejo post-hardcore que marcó toda una era, brilló por su ausencia.
“The House of Wolves” inauguró los círculos de moshpit que durante el resto de la noche acompañaron los alaridos de Oliver Sykes en canciones como “Mantra”, “Can You Feel My Heart” y “Shadow Moses”.
El grupo nos sorprendió al interpretar “Drown”en formato acústico y sin duda, una de las canciones más coreadas de la noche fue “Follow You”.
La presentación de la banda británica fue estrepitosa como sus riffs de guitarra y trepidante como su batería. En menos de lo que se realiza un headbanging interpretaron 16 canciones que brevemente sirvieron como una máquina del tiempo que me transportó a días de soles más tranquilos y responsabilidades menos altas que me permitían vivir mi vida “como yo quería”.