Después de ese momento, nada volvió a ser lo mismo y me arrepiento infinitamente de haberlo hecho. Poner el cuerno se dice fácil pero hay muchas consecuencias y yo lo aprendí por las malas.

Señales de que no quiere ser más que amigos

Estas son las razones por las que nunca volvería a poner el cuerno:

Fue todo un momento de impulso y cuando acabó no hubo la satisfacción que creí que iba a sentir. Según yo (en mi cabeza) estar con alguien más me sacaría de esa rutina en la que estaba con mi pareja, sería sólo un pequeño escape, me ayudaría a desfogar todo el rencor que tenía hacia mi relación. Al final, en vez de sentimientos positivos, me invadió la tristeza y la culpa y es de las peores cosas que he sentido.

Sólo me lastimé a mí mismo. Al final, tuve que decidir entre decirle a mi pareja o no y opté por no hacerlo. ¿En verdad quería herirlo de esta manera? ¿Cuál era el punto? La realidad es que yo fui el único que salió herido por mi tropezón y no le deseo ese sentimiento a nadie.

Perdí la confianza en mí mismo. La verdad es que siempre había pensado que quienes lo hacían eran bastante cobardes pero cuando me vi a mi mismo en esa situación, incapaz de controlar mis impulsos, me sentí como uno más del montón. Ya no era esa persona con valores que yo me jactaba de ser y perdí el concepto que tenía en mi cabeza sobre mí mismo.

Viví con miedo de que mi pareja se enterara por demasiado tiempo y la paranoia era lo peor. “¿Será que alguien se haya enterado? ¿Qué pasa si alguien nos vio? Seguro ya le dijeron algo.” La culpa te carcome y te carcome feo.

Al final terminas perdiendo. Entre mi paranoia y la perdida de honestidad con mi pareja, llegó un punto en el que no pude más y decidí terminar la relación. No se si algún día se enteré o no, pero la verdad es que el no poder ser honesto con tu pareja es indicio de que tu relación no va a funcionar y al final acabé perdiendo dos cosas: a una de las mejores personas de mi vida y la confianza en mi mismo.

No lo vuelvo a hacer.