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Los Tigres del Norte en su gran debut en el Vive Latino.

Antes de que la jornada sabatina se empapara de un mismo mensaje y discurso, bandas como Rey Pila y Guadalupe Plata sentaban las bases de la estructura musical del día. Los capitalinos suenan cada día más sólidos y siguen llamando la atención de más gente. Los de Úbeda lograron un baile tempranero con su blues de sangrado lento y sus aullidos inentendibles, que le dan sentido a su música.

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El fenómeno de Los Caligaris es destacado. Mediante un video introductorio lanzaban un mensaje simple y sencillo que se convertiría en el del día: paz y baile. El Foro Sol se veía como no se había visto todavía en esta edición: colorido, festivo, casi lleno. Pancartas, globos, un escándalo generado por la pasión de ver a los argentinos, que desde hace siete años mantienen relación con México. El intercambio cultural vino cuando los de Córdoba dieron una clase de cómo girar efusivamente las “remeras”. La fiesta ya era inevitable.

¿Secretos guardados? Varios. “Spanish Bombs” de The Clash, en voz de Ceci Bastida, y “Demolición” de Los Saicos, con Dr. Shenka, ambos instrumentados por Lost Acapulco y Austin TV.  En la Carpa Intolerante, Carlos Méndez se hacía acompañar de Tweety González, el productor y músico argentino, denominado “el cuarto Soda”. Y los que luego se descubrirían más tarde en el escenario principal.

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Mientras Dr. Krápula invitaba a la hermandad entre latinos, Emir Kusturica & The No Smoking Orchestra hacía historia con la música balcánica que ofreció después de la granizada tempranera. Entre su actitud bonachona, el sacerdote ortodoxo que lo acompañaba a su derecha,  el himno “Fuck You MTV” y la invasión al escenario de señoritas del público, lanzó un mensaje inmortal: el baile no tiene fronteras. Ni la música, ni los sentimientos.

“Crees que sabes, pero no tienes idea”, decía Santiago de Little Jesus hace unas semanas en nuestra entrevista con el grupo en Austin. La idea de una reacción eufórica por parte del público de la Carpa Rockampeonato, era inexistente. La gente ya se sabe todas las canciones. Las canta, las grita y las siente. “Vive Latino, ¿lo pueden creer?”, preguntó Santiago. Ni ellos lo creían.

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El viaje en el tiempo era inevitable. Ya sabíamos que con El Gran Silencio y con Maldita Vecindad habría lugar para celebrar la nostalgia. Los de Monterrey lo tuvieron todo bien calculado. Éxitos, incitación a más baile, tributos a Rita Guerrero, Tito Puente y Chavela Vargas, círculos de slam, un personaje en silla de ruedas cargado por el público… Ya no había marcha atrás.

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La Maldita llegó a bordo de un “cocodrilo”. Celebraron 30 años de carrera, 30 años de formar parte de la historia musical mexicana, de cantar desde abajo para los de abajo, de ser cronistas de esta tierra. El homónimo, “El Circo” y “Baile de máscaras” fueron repasados, con breves interludios de Roco, el predicador, quien invitaba a una celebración de “paz y danza”, de dejar el pasado atrás y construir un futuro mejor, más emocionante, entre todos.

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Calle 13 en el escenario principal, a siete años de su primera y desafortunada aparición en el festival, fue probablemente lo más emocionante de la noche. “Cerati tocaba a la misma hora que nosotros, y, sinceramente, lo hubiera ido a ver a él”, afirmó “Visitante”, en conferencia de prensa, sobre aquel 2007. Pero las cosas están cambiando. La gente los quería ver. Les cantó. Casi hicieron llorar a “Residente” (“Me vas a hacer quebrar, cabrón”). Hablaron de querer tener una bandera propia en su país. De cómo los latinos hemos aguantado hasta lo inaguantable. “Residente” terminó con una frase impactante, emocional y honesta: “gracias por aceptarnos”.

De La Tierra debutó en escenario mexicano. Cuatro personalidades distintas que se olvidaron del ego y, pirotecnia incluida, tocaron metal en crudo. Un set breve pero conciso, que grita por llegar a un foro en el DF próximamente.

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La reafirmación de júbilo concluyó con Los Tigres del Norte. Humildes y gustosos. Modificaron la naturaleza de la pista del Foro Sol para convertirla en una pista de baile. Éxito tras éxito y dos sorpresas mayúsculas: Andrés Calamaro, invitado sorpresa, interpretando “La mesa del rincón” y “Quiero volar contigo”, y él mismo junto con Maldita Vecindad, cantando “América”. La imagen no podía ser más reveladora y significativa: tres iconos, tan diferentes entre sí, cantando juntos por un mismo motivo: el gusto de compartir la música, los rasgos, los orígenes.