En 1989, al grito de “Modern vampires of the city, hunting blood, blood, blood”, el jamaicano, Junior Reid,  logró un éxito con un himno de unión, una canción que recuerda que debajo de la piel todos somos iguales, pero sobre todo, sufrimos los mismos pesares. En el 2000, el mensaje de Reid llegó hasta Staten Island, Nueva York, donde el Wu-Tang Clan lo fusionó con el tema de la saga de James Bond para que Masta Killa contraatacara a la ciudad; en menos de 5 minutos deja claro que la unión necesaria para sobrevivir es la de uno de tus dedos pegado al gatillo de un Magnum Revolver. Más de una década después, el himno de Reid cobra vida de nuevo. Ahora, da nombre al tercer LP de Vampire Weekend, su mejor trabajo a la fecha, un paso firme hacia el destino final.

Aún antes de que Modern Vampires Of The City fuera anunciado, el cuarteto daba señales de que este disco tenía la mira en la muerte. Para Halloween, estrenaron “Unbelievers” disfrazados de esqueletos en Jimmy Kimmel Live!. En ese momento, parecían inocentes disfraces para la ocasión, pero hacen juego perfecto con el mensaje del corte: nadie va a ayudarte en vida, no importa si haces el bien o el mal, lo único certero en tu futuro es que vas a morir. Ezra y Chris Tomson conservaron un guante del disfraz para las fotos de prensa de este nuevo ciclo para la banda. En las entrevistas previas a este lanzamiento, la banda ha dicho que uno de los temas del álbum es el término Memento mori: latín para “recuerda que morirás”.

Esta angustia por el futuro fue llevada hasta la portada del disco. Rostam eligió una foto, tomada por Neal Boenzi y publicada en The New York Times el 24 de noviembre de 1966, que muestra uno de los peores días de su amada tierra natal. Smog carcome a Nueva York, casa y musa de todo lo que representa Vampire Weekend. Este trabajo arranca con “Obvious Bicycle”, canción que a pesar de su título cursi e ingenuo, retrata la batalla angustiante de un hombre contra el filo de la navaja de afeitar, solo hay dos opciones: enfrentar a la ciudad con la barba de un hombre derrotado o seguir los pasos de Richie Tenenmbaum, al ritmo de Elliot Smith, en la obra maestra de Wes Anderson.

“Step” es otra muestra de la mente fatalista detrás de esta cara de Vampire Weekend. Lo que empieza como un esfuerzo encantador de joven cosmopolita por seducir a una chica termina en los desvaríos de un universitario que se acaba de toparse de frente con Ernesto Sábato y Sartre: “Conocemos la muerte verdadera, el verdadero destino de toda la carne viva, todo el mundo se está muriendo, pero tú aún eres joven”. Más que romper corazones, harán que más de una rompa en llanto.

La frenética “Diane Young” supuestamente toma su nombre de un salón de belleza en el Upper East Side de Nueva York, un lugar para combatir el envejecimiento. Al mismo tiempo, funciona como juego fonético para disfrazar “Dying Young” (Morir jóven). Quizá evitaron este nombre para evitar los problemas que tuvo Ke$ha con “Die Young” tras la masacre de Newton, aunque Vampire Weekend difícilmente sería tan burdo y evidente. Durante un coro que remite directamente a la brillante “Faith” de George Michael, la voz de Ezra Koenig es alterada una y otra vez, pasa de un sonido de ultratumba al ridículo chillido de un infante, como si su vida hubiera terminado y en un segundo hubiera recorrido todo su pasado. No es coincidencia que el grupo haya trabajado con un maestro del absurdo y el humor negro como Steve Buscemi para mostrar su disco en vivo como parte de los UNSTAGED de American Express.

¿Pero qué podría colocarlos en la misma liga que Jay-Z, Jack White o Coldplay? La banda jamás hubiera sido invitada a hacer un streaming como ese si no tuviera atractivo para las masas. Aunque eran reyes de un nicho, ahora tienen poderosas baladas pop con el poder de encantar a la generación que ama a Mumford & Sons, sin perder la lealtad de sus contemporáneos de la universidad que fascinaron desde sus inicios. “Everlasting Arms” y “Ya Hey” están en camino a volverse de las más coreadas en sus sets, por lo menos en lo que resta del año.

Cuando creíamos saber todo de Vampire Weekend, la banda logró reinventarse a través del miedo. A un año de que tres cuartos de la banda cumplan 30 años de vida, hicieron un álbum que retrata lo espeluznante que es pasar esa transición en tu vida en la que te das cuenta de que no eres invencible, en la que el calendario camina a la inversa, no cuentas los días que llevas de vida, sino los que te quedan para morir. Modern Vampires Of The City se vuelve otra placa impecable en la carrera de Vampire Weekend, fanático o no, hay que reconocer que son una de las pocas bandas de esta generación capaces de crear un sonido emblema, conservarlo con el paso del tiempo e innovando a la par, ojalá sea una constante hasta su Memento mori.