El primer golpe del bajo me provocó la sensación de un corazón latiendo con fuerza; no con velocidad, no con ansiedad, sino con fuerza; una fuerza desmedida, una fuerza acelerada, una fuerza que prepara a todo el cuerpo para un momento de violencia con miradas frías y desapego a la realidad.

‘Nunca Antes, Nunca Otra Vez’, me recuerda a aquella frase que repito cada que me excedo en alguna sustancia y me siento como la peor persona del mundo después de unos días.

Pero dudo que Nelson y Los Filisteos procuraran transmitir eso. Pienso en sus trabajos pasados y la evolución que han tenido desde que se hacían llamar Baby Nelson & The Philistines, y me queda claro que esa furia y ese coraje adolescente que buscaba romper cosas, se ha escapado ya para dar paso a una filosofía más adulta y agresiva.

Pienso en un abogado: un abogado no te va a golpear con sus puños ni te va a moler a patadas. Un abogado te va a dejar sin dinero, va a arruinar tu carrera y va a deshacer tu vida documento por documento.

Es cruel, es burdo pero también elegante y metódico. Así se siente la agresividad de este nuevo disco.

Hasta su imagen de portada me transmite esa frialdad. La frialdad propia de alguien a punto de cometer un asesinato, cuyo pasatiempo, es el de contemplarlo todo momentos antes del caos, de la furia y de tomar un camino sin regreso.

Y quizás, eso es un poco de lo que cubre a nivel sonoro a toda la poesía de Nelson y Los Filisteos: furia metódica y pensada.

El álbum

12-tracks dan vida a un recorrido de ritmos contrastados sobre una base de rock. Y ahora bien, sé que utilizar la palabra “rock” podría no ser lo más popular o adecuado en una época en la que todos dicen que “ha muerto”, pero la verdad es que siguiendo un poco aquel comentario de Nick Cave, creo que esta banda logra establecer una base que no se centra en el “pasado” del género, sino en el futuro del mismo al incorporar ritmos rápidos y fuertes, así como otros más melódicos y lentos.

¿Un ejemplo? “La Contraria”

Además, pese a que la voz de Alonso y las fuertes guitarras de Zuri logren generar mucho del ruido en este material, son el bajo de Sebas y las baterías de Ulises las que lideran todo el disco.

Es raro, pero en realidad, el bajo y la batería llevan todo. Como si fueran los dueños de la casa en donde Alonso y Zuri llegan a hacer su cagadero, inyectando ese aire de punk, inyectando ese aire de rock y destrozando todo a su paso para dejar el cuarto justo como Ulises y Sebas lo hubieran esperado.

En conclusión, posiblemente estemos frente a la mejor producción independiente de este 2018 de nuestro país. Y no, no me da miedo decirlo.

Escúchenlo, piérdanse, encuéntrense, encabrónense y vuélvanlo a escuchar. Nelson, qué gran trabajo hicieron tú y tu filisteos.