Cuando me dijeron que iba a entrevistar a Mads Tunebjerg, aquel bajista callado e introvertido, me preocupé por ver cómo le iba a tener que arrebatar las palabras de la boca; pero claramente estaba equivocado… Sólo terminó el soundcheck, Mads subió hasta el segundo piso de El Plaza, nos sentamos a media escalera de servicio y comenzamos a platicar.

Hola, Mads. Soy Jorge. ¿Cómo estás? ¿Qué tal el soundcheck?
Bien, bien, gracias. Sólo espero que sonemos mejor cuando llegue toda la gente (risas).

Acaban de tocar en Guadalajara. ¿Cómo les fue por allá?
Increíble. La gente… Pfff… No sabíamos que iba a ser así.

¿Qué es lo que más te gusta de México?

Pues justo eso: la gente. Aquí las personas tienen una mentalidad muy abierta y… ¿cómo lo puedo decir? Mmm… Son muy humildes, pero al mismo tiempo son muy energéticos y apasionados de nuestra música. Nunca hemos tenido experiencias con nuestros fans, de la forma en la que las hemos tenido aquí. Está bastante loco vivir todo esto.

¿Y cómo les ha ido tocando todas las canciones del nuevo disco en vivo? ¿Han cambiado mucho?

Sí, bastante. De hecho algunas de ellas continúan dentro del proceso en cuanto a cómo quedarán. También van cambiando con el tiempo, ¿ya sabes? A veces decimos: “Estaría bueno agarrar esta canción y hacerla completamente acústica o quitarle esta parte” y cosas así. Pero siempre tienen que evolucionar cuando las tocamos en vivo.

EAR está hecho con una nueva esencia y nuevos ingredientes, ¿no? Creo que es mucho menos predecible y eso hace que se sienta diferente a los anteriores.

Sí tiene nuevas cosas. Sí. Es mucho más “juguetón” y no está tan “pulido” como los discos anteriores. Yo diría que tiene una superficie más rugosa.

“Peace in the Hart” (después se habla de ella), pero váyanle dando play:

Tal vez eso tiene que ver con que no utilizaron un productor para la grabación del disco, ¿no? ¿Cómo les fue con eso? ¿Cómo se sintieron?

Uy, se sintió muy bien. Lo producimos entre los cuatro de la banda, pero con el tiempo nos fuimos dando cuenta de que era mucho más fácil grabar estas ideas cuando lo hacíamos en grupos de dos o tres personas como máximo, dentro del mismo estudio. De este modo trabajábamos de una manera mucho más dinámica. De pronto dos personas grababan una idea y después los otros trabajaban sobre esa misma idea y la llevaban a un lugar totalmente diferente; entonces se podría decir que habían muchos elementos anárquicos. Nunca habíamos trabajado así… los cuatro… como compositores de un disco.

El nombre original del álbum era Piece 12 y tenía muchos doces dentro de él. Doce tracks de grabación, 12 canciones, 12 meses… ¿Este número significa algo para ti?

Pues lo grabamos durante el 2012 y pensamos que 12 canciones era un buen número para un álbum. A partir de ahí explotamos el concepto y definimos algunos parámetros para empezar a ver cómo íbamos a abordar el proyecto. Pero eventualmente muchas de estas cosas (como el título, que ahora es EAR) se fueron disolviendo y otras nuevas fueron surgiendo.

Cuando escuchas este disco con atención, y sobre todo si lo escuchas con audífonos, es muy notable cómo tiene varias capas.

Sí. Hemos estado trabajando con muchísimas capas de sonido. Queríamos crear sonidos que tuvieran cierto tipo de máscaras y que no fueran tan obvios como: “esto es una guitarra”, “esto es un teclado”. Entonces simplemente encimábamos sonidos y los mezclábamos entre sí, para que así se pudieran convertir en algo extraño.

¿Qué instrumentos tocaste tú?

El bajo y el teclado, pero también me encargué de crear el diseño sonoro del disco. Agarraba algunas grabaciones…. Podrían ser cosas que yo mismo grababa o cosas que encontraba en Internet, como en “The Free Sound Project”, que es una excelente fuente para encontrar todo tipo de sonidos; como uno de gente echando tabiques encima de una montaña de tabiques, o cosas así. Y después intentaba procesar eso y mezclarlo con instrumentos acústicos o con un teclado… Entonces así nos íbamos clavando mucho con el diseño de audio del disco. Ya sabes, para ver si creábamos algo que no pudiéramos… algo que estuviera un poco fuera de nuestro “ambiente” cotidiano.

kashmir2-1031

¿Y hubo alguna canción que te sorprendiera mucho durante la grabación y al momento de escuchar el resultado final?

Sí, nos pasó algo raro con “Peace in the Heart”, porque era una canción completamente diferente; muy heterogénea. Un poco parecida a “Mouthful of Wasps”, del último disco. Entonces tomamos esa idea –que en un inicio estaba sonando muy diferente, sobre todo en los arreglos rítmicos– y nos fuimos a una especie de granja en la mitad de la nada, en Dinamarca, y vivimos ahí durante un rato.

Queríamos estar todos juntos, con todos nuestros instrumentos y nuestro equipo, en todos los diferentes cuartitos y pasillos de la casa…. Y ya estando ahí, dijimos: “Ok… Tenemos que entrarle completamente por otro lado a esta canción. Y así, muchas de las canciones empezaron a cobrar vida una vez que ya las estábamos tocando todos juntos, en esos cuartos, como una banda. Creo que eso le ayudó muchísimo al álbum.

Esta canción se va prendiendo poquito a poco, poquito a poco…

¡Sí! Va creciendo y creciendo. Y justo a ese es el concepto al que llegamos. Queríamos que fuera un poco hipnótica. Pensamos “mmm… estaría bueno forzar a la gente a que se obsesione con estos acordes tan simples y con estos beats durante todo el tiempo que queramos”. Y en realidad sólo van cambiando un par de cosas durante toda la canción. Probablemente el disco en sí es hipnótico.

Especialmente éste.

(Risas) Sí.

No cabe duda que Kashmir es una banda muy melancólica, ¿pero qué pasa contigo? ¿Te consideras alguien melancólico? ¿O crees que le aportas a la banda y a su música desde otro hemisferio?

Mmmm… Soy un poco de las dos cosas. De hecho soy un tipo bastante melancólico (risas). Siempre he estado en contacto con mi “lado oscuro”, se podría decir. Desde que era muy chico siempre he sentido cierta soledad… Pero justo para eso está la música, o el arte, o la pintura… Puedes utilizar estas cosas como una salida o un medio para comunicarte con tus sentimientos o incluso con los demás… Tu arte puede reflejar algo de ti con lo que los otros se pueden llegar identificar. Y esa es la base de toda comunicación artística.

Y quitando a la música del panorama, ¿qué otras cosas te gusta hacer? ¿Dónde buscas tu inspiración?

Creo que si no fuera músico, de todas maneras disfrutaría demasiado la música. Porque siempre he sentido que me puedo relacionar muy bien con ella… emocionalmente hablando. Incluso antes de que la pudiera entender la letra y esas cosas. De niño escuchaba a The Beatles y no entendía nada de lo que cantaban, pero instantáneamente podía sentir algo en sus harmonías que me atraía mucho y me removía todas las emociones; y eso que era bastante joven.

También me gustan las películas y las obras de los artistas gráficos. Siempre me ha gustado dibujar. Dibujaba mucho cuando era más joven, después lo dejé un rato, pero se podría decir que todavía tengo esa “visión”. Y eso a veces nos ayuda bastante como banda para explorar nuevos caminos, porque muchas veces tratamos de visualizar lo que queremos oír.

Portada del disco 'EAR' de Kashmir.

Portada del disco ‘EAR’ de Kashmir.

Eso les pasó con la portada de EAR, ¿no? De Marco Mazzoni… ¡Es casi una sinestesia!

Sí, Kasper lo vio en alguna revista y se traumó. Dijo: “Tenemos que conseguir que este cuate haga algo para nosotros, porque… ¡lo nuestro suena exactamente igual a esto!” Este compadre está loco. Es un italiano que estoy seguro que trabaja todo el maldito día.

Al principio le pedimos prestada una de sus imágenes para la portada del disco pero luego Kasper dijo: “Pff… estaría todavía mejor si hace algo para nosotros”. Y así fue. Hizo una obra especial para el disco.

Mientras lo escuchaba, supongo…

¡Sí! Pero es que… los dibujos y líneas que tiene por aquí y por allá… con esta cara mórbida y femenina… Y esos ojos que ni siquiera están ahí… Esos son… Pfff… y el polvo de ángel…

Que seguramente tiene que ver con “Seraphina”.

¡Sí! Y me imagino que mientras lo escuchaba, él intentó alcanzar, mediante su arte, el estado emocional que teníamos mientras componíamos este disco. Entonces, sí… Estuvo increíble que pudiera hacer la portada para nosotros (risas).

Si Kashmir tocara siempre a una misma hora del día, ¿cuál momento del día crees que sería el idóneo?

Mmmm, cambia mucho… Algunas de las canciones… Bueno, no. Tienes razón en una cosa. Hay veces que puedo sentir que una canción está relacionada con un momento específico del día, o –¡por cierto!– también pueden estar relacionadas con alguna estación del año.

Exacto.

¡Y no sé por qué ocurre eso! Pero es la vibra que nos da la canción. “¡Ah! Ésta tiene una vibra veraniega”. Y nos llegan imágenes muy vívidas. En especial a Kasper y a mí, ya que muchas veces nos sentamos a discutir las vibras de las canciones y eso siempre termina siendo muy visual.

Ahorita parece haber un boom de bandas danesas en el mercado internacional. ¿Por qué crees que está pasando esto?

Creo que el campo danés está siendo “liberado”, de alguna manera. Ahora, para todos es muy obvio que pueden grabar sus propias canciones desde su casa, entonces se vuelve bastante barato hacerlo. Ya nadie necesita de grandes sellos discográficos, entonces las bandas pueden hacer esto con toda la libertad creativa que quieran, sin tener que responderle a ningún tipo, y sin tener que discutir con él sobre cuál sería la mejor manera de sonar o de… de…

Vender.

Exacto. (Risas) De vender. Pero, sí… Para regresar a tu pregunta, definitivamente recomendaría a I got you on tape, CTM y a… Ring Them Bells. Todas esas son muy buenas bandas. Ah, y también a Trentemøller. Él y yo éramos muy buenos amigos de chiquitos y tocábamos en la misma banda– pero es chistoso, porque ahora él ya es conocido por todo el mundo. Definitivamente recomendaría que escucharan su último disco, Lost.

Bueno… con más de 20 años de trayectoria, Kashmir ha ido cambiando poco a poco. ¿Cuál es el reto más grande al que se enfrentan hoy?

Uy… ¿nuestro reto más grande? Tal vez y eso sería el intentar de aceptar y disfrutar lo que tenemos ahora. Y simplemente disfrutar eso y estar aquí. También podría ser el no tenerle miedo al futuro. Creo que todos hemos madurado en ese sentido, y eso nos ha funcionado muy bien, por ahora.

No nos presionamos demasiado, ¿sabes? Siempre nos relaja un poco el pensar que este puede ser nuestro último disco. Porque, en realidad, no tendríamos por qué continuar haciendo música solamente por necesidad o por razones prácticas… Yo digo que si todavía tenemos “esa” curiosidad y “esa” pasión por seguir en este camino, el cual realmente desconocemos… entonces eso todo está perfecto para nosotros. Personalmente, yo intento mantenerme en ese camino, sin saber qué va a pasar con mi futuro. La música es “ese algo” que me mantiene firme, “ese algo” que me mantiene aquí, de pie.

Como tu gravedad…

Sí, es bastante extraordinario… ¡Sí, sí! ¡Exacto! Necesito de eso en mi vida (risas).

Pues muy bien. Yo ya tuve el gusto de platicar contigo. Muchísimas gracias por este momento. Que les vaya muy bien en el concierto. Estoy seguro que va a ser uno muy, muy bueno.

Y lo fue. Después de cuatro conciertos en la Ciudad de México, Mads –junto con toda su banda– se relajaron y tocaron como si estuvieran en la sala de su casa. Nos regalaron intros y outros de canciones tan largos como los sintieron; tocaron exactamente lo que se les antojó (aunque obviamente el público mexicano hubiera querido escuchar un poco más de Zitilites o No Balance Palace) y se fueron dejándonos con ganas no sólo del próximo concierto, sino de el próximo disco… porque si algo logró EAR, no fue un disco perfecto ni mucho menos su álbum más disfrutable, sino que consiguió darnos un preview de lo que Kashmir maduro e independiente puede llegar a hacer y estoy seguro que hará aun mejor en su siguiente disco.

Se viene bueno.