No puedo pensar en algo más emocionalmente injusto, que el que te hagan sentir culpable solamente por eso, “sentir”.

Las edades no importan cuando se tiene el corazón roto. Yo, a mis 29 años, aún recuerdo cómo era tener 19 y sentir que todos y todo, avanzaban increíblemente rápido a mi alrededor, haciéndome pensar que si yo no me graduaba junto con ellos, tenía novia como ellos o al menos un grupo de amigos como ellos, me iba a quedar atrás…

Hoy, a mis 29, me siento exactamente igual pero más viejo y preocupado.

Pero a diferencia de hace 10 años, hoy no pienso recurrir a drogas e inútiles estupefacientes que solamente dormirán (momentáneamente) mi cerebro; no, hoy recurro a algo que me ha mantenido con vida hasta en mi peor depresión:

La música

Y no puedo decir que escuchar “Delusión” de Bratty me haya hecho enteramente feliz.

¿Por qué?

Justo por ese sentimiento con el que arranqué este texto; qué injusto me parece cuando lo hacen sentir a uno como un criminal por sentir amor. Más cuando la otra persona abusa de ti psicológica y emocionalmente.

Más cuando la otra persona, te hace sentir como que toda esa belleza que tienes dentro, no es más que un error del que ocasionalmente se alimenta pero que, en su vida diaria, oculta porque eso eres para esa persona, “un secreto”, una “culpa”, un placer momentáneo del que él o ella se puede alimentar, pero del que nadie debe saber.

Y que chinguen a su madre los que alguna vez te hayan hecho sentir así.

En general, “Delusión” es un triste pero crudo recorrido por la devastada realidad que se queda en aquellos que han sufrido un tirón en el corazón.

El disco, le habla a las dos versiones de una misma persona

La que está y la que ya no está. Y es ahí donde me parece que existe algo muy curioso dentro de todo este concepto, pues la versión “que está”, es irreal; es la sombra de un sueño y la construcción imaginaria de una expectativa que mantiene vivo a un recuerdo.

Y luego tenemos la real, la que sí existe; la que es de carne y hueso, pero no es exactamente lo que esperábamos o como nos hubiera gustado que fuera.

La versión que no está junto a nosotros, pero sí está por ahí caminando en la calle y casi siempre encontrarla o pensar en ella resulta en altos ratos de dolor…

Al final

Todo lo que compone a este álbum se basa en una solitaria conversación entre Jenny Juárez, su guitarra y la soledad de días, tardes y noches de reflexión.

Como cuando discutes en tu cabeza y ganas todos los argumentos, o como cuando frente al espejo admites tu errores y te comportas de lo más formal.

Esto de acá es una conversación en la que el remitente, deberá esperar a recibir el mensaje eventualmente; entre canciones que suenan en fiestas o mensajes que te tira el algoritmo…

Escuchen el álbum por acá: