“Maricones, lesbianas, transexuales, ninguno de ustedes hacen fila, pasen por aquí”

La primera vez que asistí a una fiesta de Traición en la CDMX todo me hizo sentir brutalmente libre.

Ese dejo de autonomía en cada uno de sus asistentes, el esmero y originalidad que las drag queens le ponen a su outfit, las capas y capas de pestañas postizas, la purpurina, la magia y empoderamiento que se esconde detrás de la caída de una impresionante peluca rubia, esas fugaces pero potentes miradas que constatan lo visiblemente obvio: La escena queer dentro de la capital ha encontrado en Traición el templo que tanto necesitaban, y la fantasía de llevarlo fuera de la ciudad se cristalizó cuando el domo que montaron dentro de Festival Ceremonia 2018 destrozó cualquier barrera.

 La celebración de la sexualidad a través del baile

La danza es una de las expresiones artísticas más antiguas de la civilización humana, ha sufrido bastantes mutaciones y  logrado sobrevivir a los embates más violentos del ser humano, pero jamás ha perdido su esencia primordial: Hermanarnos mediante el roce de los cuerpos, aceptar nuestras diferencias, amigarnos con ellas e identificarlas como ese algo que nos hace únicos. Algo así como lo que sucede en Traición.

El espacio gender fluid seguro que brindaba Ceremonia atrajo a cientos de personas, en su mayoría curiosos, que no entendían lo que sucedía dentro del domo violeta en cuya recepción Bernardo Castrejón, quien personificado como Dolores Black, su hermoso alter ego, gritaba desde lo alto de la viga principal que “maricones, lesbianas y transexuales no hacían fila, que esa era su casa”.

House of Mamis, alta mansión de vogue de la CDMX reconfiguró la manera en la que una fiesta -debe- de percibirse a través de una práctica que desdibuja las barreras entre lo masculino y lo femenino, y nos deja el arte de la danza en su estado más puro, ese que jamás debió de haberse perdido.

El polencho: La deidad prehispánica que rompió siglos de imperialismo

Con cada fiesta de Traición, nace un nuevo polencho, que es la representación de la diosa prehispánica Tlazoltéotl , señora de la lujuria y de los amores ilícitos, deidad del sexo, de la carnalidad y de las transgresiones morales durante la evangelización de los españoles en el nuevo mundo, y que con cada artista invitado, encuentra una diferente representación estética.

El polencho se regenera una y otra vez, y durante su estadía dentro del domo Traición, lucía altivo y poderoso, como una figura canonizada a la que únicamente le importa la seguridad y bienestar de los suyos, dispuesto a hacer lo necesario con tal de arrancar de raíz los prejuicios a los que la comunidad LGBTI se ve expuesta constantemente.

Fue así que Rafa Esparza, artista chicano radicado en Los Ángeles, salió a desmitificar lo que las unidades heteronormadas piensan de todxs aquellxs que no se alinean a sus estándares católicos mediante un performance en donde estrellaba vírgenes y san judas contra una lápida que sostenía sobre su rostro.

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El arte de sumar, en lugar de restar

La noche caía y el frío comenzaba a surtir efecto en los cansados e intoxicados cuerpos de todos los asistentes a Ceremonia, pero sin importar el pasar de las horas, el Domo Traición continuaba registrando varios adeptos que sin tener idea de lo que era exactamente esa celebración de sexo diverso, se mostraban fascinados por la pluralidad de beats y líneas sonoras que convergían en un mismo lugar, porque al final de día de eso se trata esta celebración. De sumar, en lugar de restar, de resaltar, en lugar de opacar.

Desde el debut de Linn Da Quebrada –MC e intérprete trans que es un referente por la lucha en temas de género en Brasil-, pasando por Perreo Pesado y su sólido crew, para terminar con la argentina más querida de las tornamesas, Tayhana, la verbena multidisciplinaria de sexo diverso capitalino cautivaba a más de uno, en un momento en donde nos es preciso continuar sumando.

Larga vida a Traición.