Texto: @soyvelez

Mientras el primer día brilló por el gigantesco acto de Pearl Jam, el cierre del festival será recordado por tener actos de culto y las bandas que están en camino a transformarse en leyenda de los escenarios:

Russian Red

Para este día, los chilenos decidieron quedarse en casa un rato y llegar más tarde al festival. Aún cuando el Parque O’Higgins estaba casi vacío por la mañana, los pocos que habían llegado estaban en el escenario Playstation, entusiasmados por ver a Russian Red.

Lourdes Hernández, mejor conocida como Russian Red, es linda, encantadora y despampanante; combinación letal. Acompañada de dos músicos muy discretos entonó las más sentidas canciones de su repertorio luciendo una guitarra plata que brillaba casi tanto como ella.

“I Hate You But I Love You” es la canción que mejor define a la presentación, letras pesadas para los que viven suspirando y una guitarra poderosa que comanda el paso de un folk con ganas de hacerse algo más ruidoso.

Perrosky

Lo de Perrosky siempre es arriesgado; dos contra el mundo no es cosa fácil. Los hermanos Alejandro y Álvaro Gómez tomaron el escenario principal de Lollapalooza Chile para enfrentarse a una masa invisible, al público que poco a poco corría de fuera y los demás escenarios para sumarse al espíritu canchero de Perrosky.

Siempre despreocupados y ágiles, Perrosky impresionan de súbito. Arrancan como si estuvieran ensayando en casa y en un segundo estalla una combinación “bluesera” de armónica, batería y guitarra.

Música de la calle, de cualquier lado, así suena Perrosky; canciones que pueden llevarse a cualquier lugar, con o sin instrumentos. Su público más leal los alentaba desde que estaban tras bambalinas: “¡Vamos perros!”, decían los más animados. Tanto afecto se vio reflejado en una sonrisa gigante en el dúo a lo largo de su presentación en Lolla.

Toro Y Moi / Foto: Cortesía de Lollapalooza Chile

Toro Y Moi / Foto: Cortesía de Lollapalooza Chile

Toro y Moi

La impresión que las bandas chilenas, desde su atuendo a sus canciones, han dado sobre el estado del hipster chileno son muy acertadas. Ellas, camisas de chiffon o sin mangas con el costado totalmente abierto. Ellos, gorras, camisas cerradas a tope y shorts bien pegados. Todos muy coloridos y entusiasmados por la visita de Toro y Moi a Santiago.

Más allá de lo que Chaz Bundick sea en la escena musical, en Chile es un ícono de inspiración y adoración para la juventud efervescente. Tan solo asomó un poco de su afro y las minas del frente ya gritaban “¡Torito bello!”, “We love you Chaz!”. Él solo las miró a través de sus gafas de sol y comenzó a tocar.

En vivo, Toro y Moi resulta una contradicción entre lo que se ve y lo que se escucha. Mientras el sonido es alegre y animado, la banda es casi silente, concentrada en exceso en sus instrumentos, regalándole al público un poco de contacto visual, no más.

Al mostrar su Anything in Return, Chaz demuestra que ha madurado sobre el escenario. El acto de Toro y Moi ya no desborda energía, sino que la canaliza en un sonido más limpio, pero igual de contagioso.

Gary Clark Jr.

Después de Perrosky, el escenario principal de Lollapalooza Chile recibía a otro acto compacto. El “hombre festival”, un hombre que en poco más de un año había pasado por los festivales más importantes del mundo. Una guitarra, sentimiento y el espectáculo de Gary Clark Jr.

Lo de Clark Jr. es espectacular, él solo es capaz de levantar una canción y dirigir a su pequeña banda para ir de un blues casual a desbordante psicodelia al estilo Hendrix. No habla mucho, no lo necesita, solo tiene que cerrar los ojos y hacer llorar a las seis cuerdas en turno.

Aunque su música es poderosa, la reacción del público no es igual de imponente. Lo que Gary Clark Jr. logra en el escenario es comandar las mentes de quienes están viéndolo y sumarla a su estado de ánimo, al fluir de sus dedos sobre cada traste en su guitarra. Un hombre sencillo, de canciones majestuosas.

Gary Clark Jr. / Foto: Cortesía de Lollapalooza Chile

Gary Clark Jr. / Foto: Cortesía de Lollapalooza Chile

Marcelo D2

Lo mejor de un festival es cuando por azares del destino tu horario perfecto se rompe y terminas viendo a alguien que no conocías, al gradado de que ni siquiera tenías un prejuicio sobre él. La sorpresa del segundo día llegó con el exlíder de Planet Hemp, el MC carioca Marcelo D2.

Hay que destacar que había un fuerte contingente de fanáticos brasileños en todo el festival y cuando Marcelo tomó el micrófono, se dejaron ir hacia la valla frontal del escenario Playstation. Además de hacer gala de su flow, Marcelo aprovechó para dejar que su beatboxer tomara las riendas una buena parte del show e hiciera lo que quisiera, desde imitar un secuenciador, hasta rendir tributo a capella del controversial “Harlem Shake”.

Y lo más impresionante es que el talento no se quedó arriba del escenario. La gente que fue a ver a Marcelo D2 iba disfrazada, con veloz, mantas, tapetes para hacer breakdance, todo lo necesario para una verdadera fiesta de baile en vivo.

Foals

Fuera de los grandes escenarios, Foals han sido la banda con mayor convocatoria en toda esta edición de Lollapalooza Chile. Desde un rato antes a que salieran la gente corría hacia las bardas para ver si alcanzaba verlos en backstage, gritaban sus nombres, estaban impacientes por recibir el Holy Fire en casa.

Han evolucionado su acto, tienen la entrada coordinada a la perfección, aparecen uno a uno hasta que Yannis toma su guitarra, le roba un suspiro al público, y empiezan a construir. Foals siempre van hacia delante.

Lo más impresionante de esta banda es que lo hacen ver fácil. Aún cuando lo que tocan es cercano en energía al math rock y otros géneros con una complejidad tremenda en la ejecución, ellos se ven relajados sobre el escenario, cómodos y entregados.

Con el paso de los años Foals solamente logran crecer más, ahora se ven como uno solo. Todo el tiempo están conectados, sin tener que hacer gesto alguno ya saben qué hará el otro y cómo pueden complementar. Pocos actos en vivo tan enérgicos como éste.

Franz Ferdinand / Foto: Cortesía de Lollapalooza Chile

Franz Ferdinand / Foto: Cortesía de Lollapalooza Chile

Franz Ferdinand

Otra de las bandas más esperados por el público chileno en Lolla junto a los rayos de sol más intensos, los escoceses más soviéticos del planeta, Franz Ferdinand derrocharon energía en el escenario Coca-Cola.

El espectáculo de Franz Ferdinand se antoja para una discotheque, sus ritmos relajados, guitarras incitantes y un bajo bien marcado son alicientes para pulir los zapatos en la pista. Tanto así que para “Can’t Stop Feeling” la banda rindió un pequeño homenaje a la reina del disco, Donna Summer, interpretando un fragmento de “I Feel Love”.

Por lo demás el concierto fue lo que hacen desde hace tiempo, éxitos de sus tres álbumes y un par de canciones nuevas que simplemente no terminan de apantallar al público. Aunque las coreografías, atuendos e impecable ejecución los tienen bien librados, necesitan sacar su esperado álbum pronto, antes de ser una banda repetitiva.

A Perfect Circle / Foto: Cortesía de Lollapalooza Chile

A Perfect Circle / Foto: Cortesía de Lollapalooza Chile

A Perfect Circle

El verdadero plato fuerte del último día del festival llegó con la segunda aparición de la mente maestra, Maynard James Keenan, ahora con A Perfect Circle. Así como el primer día del festival desfilaban armadas con playeras de Pearl Jam, el día final ocurrió lo mismo con A Perfect Circle, había mucha gente solamente estaba ahí esperando a recibir misa de Keenan y Billy Howerdell en Lolla.

Tener A Perfect Circle en tu ciudad es una oportunidad que no se puede desaprovechar, desde que la banda retomó el paso, su futuro es un misterio y no hay otro súpergrupo que junte a talentos tan grandes como éste.

El espectáculo abre con Howerdell en un diminuto piano, tocando suavemente las notas que dan piso a “Annihilation”, original de Crucifix. Antes de saludar u otra cosa ya estaban entrados en su versión a “Imagine” de Lennon; la capacidad que tienen de dar vuelta a un himno universal y darle un sentimiento completamente distinto es impresionante.

En cuanto a covers, también los hicieron a “People Are People” de Depeche Mode y “When The Levee Breaks”, hecha famosa por Zeppelin, original de Memphis Minnie & Kansas Joe McCoy.

Maynard es esquivo, se mantiene arriba y atrás del escenario. Mientras canta se mantiene estático, si acaso levanta una mano lentamente para dejarla en el aire, pero no más. Cuando no le toca lucir pisotea, vigila a su compañero como un primate alerta. James Iha es otro que no busca llamar la atención, solamente cumple su parte y se mantiene tranquilo, como si no estuviera en un escenario.

Se despidieron con “The Outsider”, desconexión y autodestrucción para desaparecer de una experiencia que solo puede darse en el marco de un Lollapalooza, sin importar en qué parte del mundo estés.

Nas / Foto: Cortesía de Lollapalooza Chile

Nas / Foto: Cortesía de Lollapalooza Chile

Nas

Aunque estaba atrapado en el mismo horario que el llamatido Deadmau5, Nas logró convocar una carpa Optimus repleta dentro de Lollapalooza Chile. Durante unos cinco minutos su DJ de cabecera dio una breve cátedra de hip-hop al público, llevándolos del Wu-Tang Clan a Biggie y 2Pac para calentar los ánimos y alistar la llegada de Nas.

La presentación se enfocó en su Life Is Good, de hecho fueron de las primeras palabras que exclamó cuando entro al escenario para corear “The Don”. Aunque ahora, Nas escriba sobre su vida como padre y problemas de familia, sigue fresco en escena. Todo el tiempo con las manos al aire, luciendo su vestuario y sobretodo el nombre de Nueva York.

En Chile el hip-hop es importante y hay talento local, por eso el público salió más que satisfecho al recibir a una de las leyendas del género en un escenario pequeño casi para despedir el festival. Lo decía una pancarta del público: “Nas Best Rapper Alive”.

The Black Keys / Foto: Cortesía de Lollapalooza Chile

The Black Keys / Foto: Cortesía de Lollapalooza Chile

The Black Keys

Este par es rutinario, pero efectivo. Quizá el haber estado en prácticamente todos los festivales importantes del mundo, sin parar, en un año y fracción los ha obligado a encontrar la fórmula exacta para conquistar al mundo, un país a la vez. The Black Keys fueron los encargados de clausurar la tercera edición del festival Lollapalooza Chile en el escenario principal.

The Black Keys son rutinarios, porque hasta el discurso repiten en sus shows. Arrancaron con “Howlin’ for You” y siguieron con un combo entre Brothers y El Camino, pero en cuanto llegaron al punto donde había que sacar las reliquias de su pasado, Dan Auerbach decía las mismas palabras que en Coachella hace un año… “Here’s and oldie, but goodie” y se arrancan con “Thickfreakness”.

¿Está mal? No, para nada, son efectivos en su cometido de hacer que todo el mundo sacuda sus caderas hasta dislocarlas. Y así sucedió en Lolla Chile, que recibió a la banda por vez primera en el país.

Con 20 impactos, Carney y Auerbach, levantaron los ánimos de un festival que estaba al borde de la muerte, tienen más que dominado el arte de cerrar un festival, saben que no pueden parar, que no pueden aburrir, que tienen poco más de una hora para garantizar que la gente se vaya a casa contenta. Una vez más, ¡lo lograron!

Lollapalooza Chile 2013 / Foto: Cortesía de Lollapalooza Chile

Lollapalooza Chile 2013 / Foto: Cortesía de Lollapalooza Chile