¿La primera banda de post-folk?

¿La primera banda de post-folk?

Por: @diegoyellobo

Balmorhea viene a la Ciudad de México y últimamente me ha tocado escribir muchas cosas sobre ellos. No es fácil. Cada vez que se tiene que describir a una banda aparecen los géneros y las comparaciones. En este caso, una ficha técnica diría algo como que su música parte de una mezcla de influencias clásicas, folk y de post-rock que hacen imposible encasillarla en un género. El problema es que esa se ha vuelto una expresión tan trillada estos días, que suena más a lugar común que a una cualidad que intrigue, o si quiera refleje algo genuino sobre lo que la música transmite y provoca.

Cautivadora es un buen adjetivo para Balmorhea. Sus canciones te atrapan inevitablemente. Cada una crea atmósferas y melodías que te invitan –casi obligan- a cerrar los ojos y descubrir la cantidad de lugares a los que seis instrumentos te pueden arrojar. Un segundo estás en un paisaje rural de Texas en 1800 y de pronto, del otro lado de un silencio que se siente como precipicio, ya estás tres metros debajo del agua, de noche y con lluvia encima. Cinemática es otro buen adjetivo.

Antes de continuar, si nunca los han escuchado, aquí se los presento:

Post-rock es la clasificación que más se le da a Balmorhea, y es también la más equivocada. Rob Lowe, co-fundador y co-líder de la banda, detesta esa etiqueta porque le parece que no encaja en absoluto y en realidad no describe nada. Tiene razón.

Existe una tendencia a llamarle post-rock a cualquier proyecto instrumental que contenga cambios de intensidad marcados y una batería. Es fácil. Nos hemos acostumbrado. Funciona, pero deja miles de elementos fuera y reduce un mundo de infinitas posibilidades a dos palabras que, a fin de cuentas, se convierten en la banda más inmediata que el receptor tenga archivada en esa categoría de su conocimiento musical: Digamos, Explosions In The Sky.

Si yo estoy tratando de explicar la música de Balmorhea a alguien, y el mensaje que le llega es Explosions In The Sky algo está muy mal en el lenguaje que estamos usando. Claro, es tan sencillo de solucionar como ponerle play a un disco, pero vale la pena detenerse a pensar un rato en que gran parte del periodismo musical se pasa el tiempo preocupado por la supuesta objetividad que brindan los géneros, cuando en realidad hay pocas cosas tan vagas y ambiguas. No aprendes nada buscando “amor” en el diccionario.

Los géneros son inertes. No significan nada si la música no está presente, si los mismos sonidos no te explican el discurso que tiene que haber detrás de una palabra para que ésta pueda definirlos. En ese sentido, me parece más correcto describir un género a partir de la música, que la música a partir de un género. Lo voy a intentar.

El otro día me topé un twit que decía que un término más apropiado para el estilo de Balmorhea, sería post-folk. Me pareció brillante, sonreí y me puse a darle vueltas para explicármelo a mi mismo, para sacar la teoría que me permitiera decir porqué… ¿qué tiene la música de Balmorhea que puede justificar ese género, hasta donde yo se, recién inventado?

El post-rock fue llamado así por usar instrumentos de rock para propósitos distintos. Balmorhea nació con Michael Muller, Rob Lowe y sus dos guitarras acústicas: el símbolo folk por excelencia. A partir de ahí, cada álbum ha sido un mundo aparte con texturas, tonos y protagonistas distintos. Hasta que hoy en día, después de mucha evolución, la alineación está más cercana a lo clásico (piano, violín, cello, contrabajo). Pero díganme qué tan más cercana al folk se vuelve cuando te encuentras con el sentimiento roto de una línea de banjo así:

El folk es la música de las palabras prestadas, de los cuentacuentos, los viajeros y las personas ordinarias. Y si algo hacen bien estos seis músicos de Austin es narrar historias de otras épocas, de todas la épocas. Tan sólo que aquí los instrumentos ya no se utilizan para acompañar a la letra, sino que se convierten en ella, y las únicas voces que se escuchan suenan a ecos distantes.

“Truth”, una canción en su álbum All Is Wild, All Is Silent se trata sobre el momento en que un colono inglés llamado William Dewees decide no regresar al lugar del que vino, y quedarse en esta tierra para crear un nuevo hogar. Esa historia la sabemos por alguna entrevista, pero en realidad puede ser cualquier otra, la que tú quieras e imagines. Una especie de Crea tu propia aventura en donde lo único que se necesita es estar atento y receptivo a la canción.

Aquí el artista no está diciendo algo específico sobre política, amor o sociedad, pero su visión de todas esas cosas juega un papel importantísimo en el ¿qué? y el ¿cómo? de lo que expresa musicalmente, e inevitablemente eso permea por los oídos, la mente y cuantas funciones emocionales y corporales se activen en quien lo escuche. No es sólo un “post” en instrumentación, sino en esencia también.

Así que a partir de ahora, en conversaciones que siempre acaban en “es una mezcla entre tal y tal”, yo diré que Balmorhea es una banda de post-folk. Al fin que a ellos, que a lo que se dedican es a hacer música y ya, nada les podría importar menos. Pero, insisto: no hay solución más sencilla que darle play: