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Por: Sara E. Herrera | @sarastereo

Cuando tocan juntos, Ezra Koenig, Rostam Batmanglij, Chris Thompson y Chris Baio hacen magia. Magia. Su flamante disco, Modern vampires of the city, es un episodio dignísimo de la aventura que inició en 2007 y que, salvo una catástrofe, mimará nuestros sentidos por muchos años más.

No corresponde revisar la nueva entrega de Vampire Weekend, pero sí que es momento oportuno para pulir las joyas más brillantes que la banda ha cosechado en este lustro. Aquí vamos.

“M79”, 2008
Es lo mejor que le ha pasado al chamber pop desde la Guerra Fría y es también la mejor canción de VW a la fecha. La maqueta es opus de un Ezra Koenig estupendo en las vocales y en la Sheraton II (qué noble instrumento), pero los laureles que merece esta pieza deben descansar en las sienes de Rostam Batmanglij. Es una lástima que la pronunciación de su patronímico siga siendo un reto para una fracción importante de la humanidad, y es que sus arreglos de cuerdas, tanto como su desempeño en el clavecín, ameritan un dominio semejante al de los nombres del barroco.

“Ça plane pour moi”
Hay más de una docena de versiones de este temazo original de Plastic Bertrand, pero ni siquiera la de Sonic Youth le hace frente a este esfuerzo de Vampire Weekend, la banda más cultivada de su generación. Cantar en francés le viene tan natural como Givenchy a Audrey Hepburn en sus días de gloria.

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“Worship you”, 2013
Modern vampires of the city tiene una producción fuera de serie, cosa que se puede valorar y contra valorar en “Worship you”. Lo que inicia como una cabalgada de voz, guitarra y batería, se desdobla cándidamente hasta transformarse en una canción entrañable. Cuesta seguir el paso de las vocales, pero alcanzado el coro, la magia es palpable, y lo demás es pura bondad sonora.

“Oxford comma”, 2008
Si algo tiene el primer disco de la banda es un puñado de canciones inmaculadas. Perfectas, pues. Una de ellas es “Oxford comma”, impecable en términos de ritmo, melodía y armonía; excepcional en su naturaleza (¿quién mira hacia la gramática, no se diga a la puntuación, para inspirarse en estos oscuros días?), y cálida para cualquier vertebrado con pulso.

Vampire Weekend

“Holiday”, 2010
Quizá la mejor de Contra. Es divertida; tiene unos redobles de batería prominentes, mas no exagerados; unas guitarras que burbujean más que toda la producción anual de Möet et Chandon y el buen Ezra encuentra el balance entre su timbre de voz natural y los falsettos que tanto le gusta emplear. No obstante, lo mejor de “Holiday” es el acompañamiento de unas pipas, seguramente generadas por el viejo Mellotron.

“Unbelievers”, 2013
Esta es una canción con mucha alma. Se canta al segundo play, pero enamora desde el primero por su estupendo engranaje instrumental que evoca a las brisas mulatas del primer disco. El recuerdo es efímero, porque las formas de Vampire Weekend ya son más sofisticadas, pero qué grato es.

“Diane Young”, 2013
Más que un sencillo. Pegadiza como la que más. Es una de esas canciones con las que todos crecimos, pero que ya nadie hace. Si será una gozada…

“Walcott”, 2008
Pocas cosas de la pasada década fueron tan placenteras como llegar a la penúltima pista de Vampire Weekend. El piano desbocado de Batmanglij; la descolgada furiosa de Chris Thompson en la batería; el cello, las violas y los violines; el llamado impostergable a la huída de Walcott.

“Exit music (for a film)”, 2007
Para el tributo a OK Computer, VW no sólo mostró respeto, sino raudales de talento. La banda recurrió a sus armas más poderosas: el Chamberlin y el Mellotron, instrumento que sólo elegidos como los Beatles, Wendy Carlos, The Zombies, The Fiery Furnaces y los mismos homenajeados habían sabido encumbrar.

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“I think ur a contra”, 2010
Un tema elegante en lo musical, tanto como en lo lírico. Recoge lo mejor del grupo en Contra, pues no discrimina las maneras del debut ni lo aprendido en el camino. Es una canción triste, pero esperanzadora en más de un sentido.