Moonchild Anahuacalli

La banda al final de su presentación. / Foto: Toni Francois

Hace mucho que no transbordaba de Metro a Tren Ligero en el sur. Mucha propaganda del gobierno recordándome su bondad al apoyarme con mi boleto de 3 pesos y este letrero en cada vagón:

anuncio metro

Qué risa. Qué frío.

Nunca había llegado al Anahuacalli en transporte público y me rehuso a revisar el mapa en mi teléfono. Podría apostar a que ese par de enamorados se dirige al mismo concierto que yo, pero me gana la pena. Sin orientación ni cómplices, me dispongo a seguir una de las tradiciones más antiguas de los conciertos: sigue a los de negro.

Me siento tranquilo porque más personas se han unido a esta oscura peregrinación rumbo al museo. Rebasamos un par de patrullas estacionadas en la subidita. Algunos con boleto en mano retrasan su llegada por pasar a la tiendita o fumar, otros con manos vacías aceleran el paso esperando que aún queden entradas. Ya me formé, estoy parado en el mismo lugar que más tarde servirá para una pelea callejera muy particular.

Dice @Plaqueta que vengo uniformado: “Mira alrededor, parece que el uniforme para estos conciertos es la chamarra de piel”, tiene razón en la gran cantidad de prendas similares; yo siento que es una respuesta al frío y no una tradición del género(s) que estamos a punto de escuchar en vivo. Aunque de todos los colores disponibles en la variedad de ropa para el frío, los asistentes de esta noche han preferido la ausencia de color.

Me encanta la fachada del Museo Diego Rivera Anahuacalli, el escenario montado por el Festival Bestia lo ha convertido en un marco perfecto para la fotografía que están a punto de revelarnos cinco músicos; cuatro interpretando y uno celebrando.

John Medeki, Trevor Dunn, Joey Baron y Mike Patton: Moonchild en el escenario.

Moonchild Anahuacalli 2

Nunca había asistido a un concierto de jazz así, con un vocalista ejecutando de esta manera. Nunca había atestiguado un acto de poesía en voz alta tan elaborado. John Zorn está detrás de todo esto: literal y musicalmente. Seguro al rato se sube, espero que no haya muchos ansiosos por verlo interpretar esta noche porque no sucederá, por lo menos no como ellos esperan.

El autocorrector de mi teléfono y algunos entusiastas de Mike insisten en cambiar su apellido: “Patrón”. Y sí, muchos estamos congelándonos en Coyoacán para poder disfrutar de sus acrobacias con el micrófono. Los espacios sin cuerdas vocales involucradas sirven para los calentamientos de Patton, su manzana de Adán se prepara para la próxima tanda de gritos: los silencios son parte de su acto.

Escucho dos argumentos:

Una observación: “Ya le están bajando… más digerible”.

Y un grito: “¡MÁS LOCO, MÁS LOCO!”.

No quiero tomar una postura, lo estoy disfrutando mucho. En menos de media hora Patton ya se convirtió en sirena, pantera, caballero templario y monstruo de la película I Am Legend (Aquí esta el dato curioso, pero todavía no le den click, terminen esta historia primero, viene un video bastante interesante).

Un grito sublime:

Moonchild Anahuacalli 3

Para eso estaba preparando sus pulmones y garganta Mike Patton. Me dio gusto encontrar a alguien que no estaba disfrutando al vocalista de Mr. Bungle: “No podría vivir junto a Mike Patton” dice @lsfarce. Estoy a punto de corregirlo pero termino dándole la razón: si yo viviera junto a cualquiera de los caballeros que están tocando en este momento, viviría encantado de escucharlos hacer vibrar sus respectivos instrumentos; pero si el vocalista habitara el departamento de al lado, no estoy de seguro de apreciar sus ejercicios vocales como lo estoy haciendo con el resultado de su esfuerzo.

Pausa. Varios comparan experiencias y cuestionan el paradero de Zorn. Regresan cinco al escenario. John Zorn está dirigiendo a Trevor Dunn, John Medeki, Joey Baron y Mike Patton en la explanada de un museo diseñado por Diego Rivera. Y alguien junto a mi esta bailando.

U - Moonchild_ToniFrancois-1

Me gusta vivir en la Ciudad de México y me gusta que ocurran eventos como el Festival Bestia.
Ya me voy… bueno, ya me iba pero pasó esto:

Qué risa. Qué frío.